Cuando se registra la muerte de una persona relacionada con el poder político, cimbra el sistema y se vuelve un tema de debate
Por: Manuel Borbón
Antes de comenzar a desmenuzar el tema en cuestión, es preciso afirmar que todos los conatos de violencia y asesinatos son dolorosos y deberían ser evitados, partiendo del primer derecho humano con el que cuentan todas las personas: el derecho a la vida. Por lo tanto, partiendo de esa premisa que salvaguarda la dignidad humana, podemos comenzar a hablar sobre el tema.
Sin duda, cuando la privación de la vida de una persona relacionada al poder político ocurre, cimbra el sistema y se vuelve un tema a debatir ya que, además de ser una catástrofe por la pérdida humana en sí, es también, un tema del dominio e interés público debido a las posibles consecuencias y sucesos que dicho acto pudiera generar. Uno de los casos más icónicos en la historia de la humanidad podría ser el asesinato de Julio César, dictador romano que murió a manos de su propio Senado en el famoso complot de los "idus de marzo". Asimismo, uno de los hechos que marcaron esta compleja relación del poder con la violencia, es el asesinato de John F. Kennedy, quien, en uno de los sucesos con más dudas y teorías conspirativas de la historia, fue asesinado mientras se dirigía a un mitin en la ciudad de Dallas, Texas, provocando así uno de los primeros magnicidios televisados y comunicados en masa, lo cual, terminó por conmover prácticamente al mundo entero.
En nuestro país no podemos dejar de hablar de este tipo de violencia contra las personas que ostentan el poder. En el caso mexicano, casos como el de Álvaro Obregón, quien, siendo presidente electo, fue asesinado mientras departía una reunión en el restaurante La Bombilla en la Ciudad de México y, más recientemente casos como el de Luis Donaldo Colosio, quien se dirigía a ser presidente de México y vio truncada no solamente sus intenciones políticas de reformar al poder, sino también su vida, en un mitin en la colonia de Lomas Taurinas en Tijuana, Baja California. A esto se suman asesinatos como el del secretario general del PRI, José Francisco Ruiz Massieu, entre otros.
Hacemos toda esta reseña debido a que, durante los últimos días, ha sido noticia a nivel nacional el asesinato de un par de personas que, en sus funciones, parecían ser los más cercanos a la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, al mismo momento en que se desarrollaba la conferencia de prensa mañanera de la presidenta Claudia Sheinbaum, volviendo el caso aún más impactante. Hablamos de Ximena Guzmán y José Muñoz, quienes hasta ese día se desempeñaban como secretaria particular y jefe de asesores de la jefa de Gobierno, lo cual, no solamente es una tragedia por el fallecimiento de un par de personas, sino que también, es un mensaje para la política actual y una demostración de poder del nivel al que ha llegado la violencia en nuestro país.
Este lamentable suceso nos recuerda lo frágil que es la vida, pero, sobre todo, la exposición en la que se encuentran en la actualidad las personas que toman decisiones en México, independientemente de los resultados que estas decisiones generan, la democracia y la paz pierden cuando personas que parecen estar en posiciones de poder se ven vulnerados con tal facilidad, por lo que, la incertidumbre y el miedo comienzan a corroer a una sociedad con sed de paz.
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