El farmacéutico se sorprendió bastante

El cliente era un señor de edad más que avanzada

Por: Armando Fuentes (Catón)

El cliente que le pedía un paquete de condones de la marca Tal era un señor de edad más que avanzada. Le advirtió: "No le recomiendo usar esa marca de preservativos, caballero. Hemos tenido numerosas quejas en el sentido de que están hechos con un material alergénico que provoca una tremenda inflamación del correspondiente miembro". Respondió con displicencia el provecto comprador: "¿Y luego?". (Esa expresión: "¿Y luego?", equivale a decir: "¿Y qué importa?"). Maritornia, la joven y soltera mucama de la casa de doña Panoplia, puntualmente daba a luz cada año un hijo. Ya tenía ocho, todos del mismo padre, un sujeto también soltero llamado Fecundino. Cierto día, tras el nacimiento del vástago del presente año, doña Panoplia le preguntó a la feliz madre: "Ya tienes nueve hijos con tu novio, Mari. ¿Por qué no te casas con él?". "Uy no, señora -contestó la fámula-. No es mi tipo de hombre". Don Litolfo iba en su coche por el más bajo de los barrios bajos de la ciudad. Era pleno día, por eso el conductor se asombró cuando en un alto del semáforo un sexoservidor se le acercó, le pidió que bajara la ventanilla del vehículo y luego le dijo con insinuante voz: "Por 500 pesos te hago lo que quieras". Don Litolfo le abrió la puerta del coche: "Sube". Lo hizo el tipo, feliz por haber hallado un cliente a esa hora del día. El señor lo llevó a su casa; sacó de la cochera unos botes de pintura y una brocha y le dijo al tipo al tiempo que le entregaba los 500 pesos: "Píntame la casa". (También le advirtió que si no le cumplía la oferta que le había hecho lo denunciaría ante la Profeco, Procuraduría Federal del Consumidor). Permítanme mis cuatro lectores presentarles a este individuo. Lo llamaré Trinomio en razón de que no sé su verdadero nombre. Era el escándalo de la colonia: se sabía que estaba casado con tres mujeres, y que vivía en la misma casa con las tres. Uno de los colonos lo encaró y le preguntó a bocajarro: "¿Por qué tienes tres esposas? Eso atenta contra los valores del hogar y la familia". "La verdad -respondió el sujeto, humilde-, iba a casarme nada más con dos, pero alguien me dijo que la bigamia es delito". Doña Clariola Cerilú iba a realizar el sueño de su vida: visitar Italia, concretamente la región Peligna, de donde eran oriundos sus antepasados. Previamente a la realización del viaje contrató a un maestro de italiano a fin de que le diera un curso rápido de la lengua de Dante (había averiguado que Dante era italiano), pues quería hablar en Italia el idioma original. Cuando regresó del viaje, que duró tres meses, su vecina le preguntó cómo le había ido en su visita al país de sus ancestros. "¡Maravillosamente bien! -respondió con entusiasmo ella-. ¡Italia es un paraíso!". Quiso saber la vecina: "¿Y no tuviste problema con tu italiano?". "Sí -se amohinó doña Clariola-. Todos los días me pedía dinero". El recién casado le contó a su esposa, divertido. "¡Lo que hacían los papás de antes para evitar que uno adquiriera el vicio del cigarro! Mi padre me dijo cuando tenía yo 14 años: 'Si fumas no te crecerá la pilinga'". Comentó la joven desposada: "Y no le hiciste caso ¿verdad?". Una mujer de mediana edad acudió al consultorio del doctor Ken Hosanna y le dijo: "Vengo a verlo porque a mí me sucede algo muy raro". "¿Qué le pasa?" -inquirió el médico. Relató la visitante: "Cada vez que estornudo experimento un orgasmo sensacional, fantástico, estupendo, lo cual jamás había sentido en el trato con ningún hombre". "Interesante caso el suyo -ponderó el facultativo-. Y ¿qué está haciendo en relación con eso?". Replicó la paciente: "Aspiro polvos de pimienta". FIN.

MANGANITAS.

Por AFA.

". Un senador del PAN invitó a un fascista.".

          Más de un tercio del Congreso,

         según oí decir yo,

         de inmediato preguntó:

         "¿Y qué chingaos es eso?".