El ejercicio de valores

En lugar de ser un hombre de éxito, busca ser un hombre valioso; lo demás llegará naturalmente: Albert Einstein

Por: Laura Lorena Velarde Araiza

En el ámbito profesional es muy importante un buen conocimiento, aptitudes, disponibilidad, a veces experiencia y, sin lugar a dudas, la actitud conjugada con el buen ejercicio de los valores éticos.

Ya que las empresas y la sociedad misma esperan que se tengan excelentes profesionistas, por supuesto que sean ávidos para ejercer su profesión y por consecuencia fortalecer la empresa u organismo para el cual laboran.

En la vida profesional, así como en la vida diaria, es muy importante el ejercicio de los principios éticos, y no solamente debemos referirnos a la profesión como carrera universitaria, sino también a la profesión u ocupación de ser camionero, taxista, albañil, beisbolista, futbolista, reportero, comerciante, herrero, ama de casa; es decir, cualquiera actividad laboral que se realice para satisfacer una necesidad llámese producto o servicio, debe hacerse además con calidad y profesionalismo, igualmente con gran pasión.

Estos valores éticos deben estar siempre anteponiéndose a los intereses personales, valores como: la verdad, la honestidad, la lealtad, la justicia, la laboriosidad, el compañerismo, la equidad, la generosidad, la actitud de servicio, entre otros.

Sin embargo, ¿por qué en ocasiones se olvidan y no llevamos el ejercicio adecuado de estos?, es una pregunta importante. ¿Por qué elegimos mentir que decir la verdad? ¿Ser deshonesto que honesto? ¿Hacerme el despistado en vez de ser laborioso en el trabajo? ¿Por qué elegir la prepotencia en vez de ser respetuoso? ¿Por qué ser envidioso en vez de ser buen compañero?

El ser humano, en ocasiones, toma el camino equivocado, llevado por el egoísmo, la ignorancia absoluta o bien la indiferencia, arrebata, manipula y miente, para conseguir lo que considera son sus intereses personales, lo interesante en esto es que esta situación, en el ámbito laboral, no es eterno y la verdad sale a relucir tarde que temprano; es decir, la mentira dura hasta que la verdad llega.

Y se pierden empleos, compañeros de trabajo, amigos, reputación. Llegando con esto a la par el rechazo de la sociedad, la falta de empleo y frustración en la persona, cuando esta reconoce su falta. A veces sí se puede buscar el perdón, pero en otras no; es irremediable e irreparable el daño moral que podemos causar en las personas y el precio que hay que pagar como consecuencia es alto y duradero. Basta con mirar a nuestro alrededor y darnos cuenta de que algo no está bien, en las relaciones con las personas, en el trabajo, con los amigos.

Y es que en ocasiones, como padres, olvidamos afianzar esos valores como hábitos diarios en nuestros hijos; es entonces cuando se genera una "crisis en los valores", porque a veces medimos la felicidad con logros materiales, ejerciendo los antivalores para la consecución de estos.

Aquí lo único y más importante es hacer el trabajo donde quiera que este se desarrolle, que sea de manera profesional y con ética, practicando siempre los valores que se nos han inculcado, buscando con ello ser mejor empleado, patrón y como consecuencia una mejor persona con grandes valores y calidad humana, ya que serán más prudentes las decisiones que se tomen, más justas, más equilibradas, reflexivas, abiertas y sinceras.

Entonces vamos tomando esta filosofía de vida en relación con destacar la práctica de valores todos y cada uno de los días de nuestra vida, enalteciendo nuestra dignidad humana, realizando actividades que trasciendan y ayuden a tener una mejor sociedad, para ser hombres de gran valor, de reputación y poder de servicio, hay que generar riqueza material sin duda, pero sin perjudicar a nuestros semejantes, es decir;  esta última no debe rebasar los valores como principal ambición y desempeño en la vida.

Los valores no solo se deben enseñar, se deben vivir y contagiar, en el ejemplo práctico, en la conducta día tras día, de entusiasmo, amistad, justicia, equidad, honestidad, valentía, laboriosidad, entre otros.

Así que a vivir y contagiar los valores para que las buenas obras lleguen de manera natural a la sociedad.