El dicho "Tirar la Toalla"

Existe panorama crítico

Por: Gerardo Armenta

Cuando en la vida se llega al extremo de "tirar la toalla", eso quiere decir que, por ejemplo, ciertas condiciones existenciales se han vuelto complicadas en extremo y que por eso hay que asumir una decisión drástica o irreversible. En el mismo campo del boxeo profesional, sucede que el entrenador o manager de un pugilista decide formalizar ese acuerdo porque su pupilo está sacando la peor parte del combate. Y es así que, para evitar males mayores, resuelve tirar la toalla al centro del cuadrilátero, sin avisarle siquiera a su pupilo.

La anterior es una clásica señal de rendición que acaba por sí misma, sin mayores averiguaciones, con el trámite pugilístico que tiene lugar arriba de un ring. Casi siempre ni siquiera el mismo boxeador, que podría cuestionar el lance de su entrenador, suele hacerlo, sabedor que esa tarde o noche de boxeo la gloria victoriosa ni siquiera le guiñó un ojo a lo largo de la pelea.

Con las pertinentes diferencias del caso, porque evidentemente se trata de otro ámbito muy distinto al de las orejas de coliflor (así denominan los expertos al boxeo), el líder de un importante sector social productivo suscribió la típica frase boxística a que nos hemos referido. En sus propias palabras, la dijo así: "Estamos a punto de tirar la toalla, porque está muy dura la situación..." Y fue todavía más explícito: "Ahorita, en octubre, estamos como en mayo debido a tanta sequía". Estas afirmaciones las produjo Héctor Sánchez Valdez, presidente de la Asociación Ganadera de Álamos.

En ese municipio, por lo visto, todo está seco. Juzgue usted: Arroyos, represos, pozos y praderas. Al tomar nota de esta descripción, es cuando se entiende el dicho "tanta sequía" citado por Sánchez Valdez. Ante esta situación, incluso muchos productores han resuelto vender su ganado, la que, sin duda, no deja de ser una actitud extrema pero explicable. Nadie en la vida puede estar obligado a enfrentar con sonrisa en la cara situaciones de la naturaleza que no es posible vencer de buenas a primeras.

Tal es la verdad. Y por eso se llega a la decisión de tener que tirar la toalla sin necesidad de estar en un cuadrilátero, sosteniendo una pelea estelar o preliminar. Aunque llegado el caso bien pudiera ser lo mismo. Es grave y lamentable que la ganadería de Álamos, que es una de las actividades económicas más importantes del municipio, atraviese actualmente por una situación como la descrita, precisamente por la falta de agua. Este es un indeseable estado de cosas que se extiende cada vez más con la afectación productiva que genera.

Un esquema como el descrito puede inducir fácilmente a la desesperación entre quienes lo sufren o experimentan vitalmente. Y es entonces cuando se llega a la conclusión de que, por ejemplo, hoy por hoy, en un contexto productivo como el existente, no debe ser tan complicado definir aprestos para "tirar la toalla", puestos ya en la tonalidad convencional de esta expresión. Pruebas: Todos conocemos el significado de la palabra desesperación.

A qué viene una aclaración como la planteada anteriormente? Al hecho de que entre los transportistas de carga del Valle del Yaqui ha empezado a cundir la desesperación por la parálisis de su actividad. Dicho en otras palabras: porque no hay trabajo. El planteamiento fue formulado por Efraín Inzunza López, presidente de la Central Integradora de Empresas de Carga.

Debe reconocerse la descripción que planteó. Dijo, por ejemplo, que el panorama es crítico en la materia de que se habla. "No hay trabajo", describió para asentar luego que en otros ciclos desde el mes de octubre iniciaba la movilización del fertilizante desde Guaymas al Valle del Yaqui. Planteó que hechos como los descritos afectarán a más de 200 familias. "La situación es desesperante", expuso. Y definió el drama de esta situación: "Sin agua no hay siembras". Resumió: "Los transportistas de carga dependemos al 100% de la actividad agrícola".

Es obvio que hechos como los anteriores causan una explicable desazón en el ánimo de quienes los sufren particularmente, así como en el de carácter público. Es así por la ratificación que hacen notar en cuanto a la certeza de que la carencia del agua agrícola es un terrible factor de perturbación económica que puede llegar a límites ciertamente dramáticos o indeseables. De esta manera, lo único que puede postularse es que la situación respectiva, seguramente seguirá agravándose con el paso de los días por la ya sabida falta de lluvias.

No hay a la vista todavía (suponiendo que lo habrá) una especie de plan de contingencia verdadera y debidamente estructurado hasta donde las circunstancias y las aptitudes en juego lo permitan. Realmente hoy lo único que se conoce es el recuento de la extrema gravedad de la situación imperante. Falta por ver con qué clase de medidas se buscará aminorar el impacto de la situación que se pronostica y avecina o que acaso ya pudiera estar en pleno e irreversible curso, con todo lo que eso significa.

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