El costo económico de vivir

Otro país busca aranceles

Por: Gerardo Armenta

¿Es caro el costo económico de vivir en un Estado como Sonora? Todo permite suponer que la respuesta no puede ser más que afirmativa, por más que guste o no tomar nota de su realidad. Además, ésta misma realidad tiene por añadidura una circunstancia nada especial. Los hechos a menudo son como son y por ello más vale tomarlos o advertirlos en su particular cuadratura.

El tema que nos ocupa en esta ocasión, señala que el costo de la vida en Sonora está precisamente por encima de la media nacional. Ni más ni menos. Los datos al respecto son claros y no tendría mayor sentido rasgarse las vestiduras al tomar nota de esta evidencia. Podría ser en extremo contradictorio y hasta inútil asumir una decisión de esta naturaleza. No hay necesidad.

Quizá resulte mejor tomar nota de la siguiente información: según la llamada Encuesta Nacional sobre Finanzas Individuales correspondiente al 2024, el ingreso mensual necesario para que un sonorense pueda cubrir sus gastos básicos, es de 17 mil 700 pesos. A nivel nacional, este ingreso es de 16 mil 421 pesos mensuales, según encuestas reconocidas. La tendencia es similar en todos los estados fronterizos. En Coahuila, sin embargo, que es la excepción al respecto, alcanza 21 mil 900 pesos.

Debe hacerse notar que, por ejemplo, en la Ciudad de México todo este aludido esquema cambia radicalmente. Y es que allá el costo de la vida se les fue hasta las nubes. Es así porque se requieren 29 mil 500 pesos mensuales para cubrir lo que se entiende por necesidades básicas. Significativamente estas mismas necesidades se pueden colmar en Chiapas con un ingreso de 7 mil pesos mensuales. Pero no resulta fácil soslayar que en Sonora, el costo de la vida está por arriba de la media nacional.

Por otro lado, y en lo que podría convertirse en una especie de moda un tanto curiosa o llamativa, el tema de los aranceles fue esgrimido por otro país también en contra del nuestro como una especie de reclamación económica, en copia de la que también hizo Estados Unidos y que estaría en vías de solucionarse. Quizá esta otra querella, sin desdeñarla, no tendrá la misma significación que la formulada por el país vecino del norte, a pesar de las motivaciones que la estarían motivando.

El arancel que fijaría Ecuador a los productos mexicanos sería del 27 por ciento. Entre ese país y México existe una seria diferencia por una chocante e inadmisible actitud del gobierno ecuatoriano, ante lo que fue un verdadero asalto a la embajada mexicana el año pasado. La situación política y diplomática que se generó entonces fue muy tensa.

Hoy se avisa que Ecuador planea aplicar aranceles (no necesariamente convencionales en su medida) a los productos mexicanos, con el propósito de promover su industria y lograr un trato justo a sus productores. Por lo menos así lo dijo Daniel Noboa Azin, presidente ecuatoriano. Queda en claro, así las cosas, que el mal ejemplo de Donald Trump (los aranceles) empieza a cundir.

Tal puede ser el riesgo. El presidente norteamericano trae esta actitud como si se tratara de un gran mecanismo económico recién descubierto. Al parecer, nadie le ha dicho de los perjuicios que ocasionan los aranceles a la población del país que los aplica. Trump los ha tomado como una especie de "chicotito" para amenazar (y castigar llegado al caso) a países que supone se han venido aprovechando de Estados Unidos. Como si eso resultara tan fácil y como si eso no resultara precisamente al revés casi en todas partes.

El caso es que nuestro país tiene enfrente una nueva réplica con base en aranceles. Su aplicación fue ideada o resuelta en un país más o menos lejano, con el cual existe una querella diplomática (y hasta política) no resuelta del todo. Incluso, a pesar de esta belicosa relación, había la posibilidad de que México y Ecuador firmaran un Tratado de Libre Comercio. Quizá este proyecto no sufra mella alguna el día de mañana. México y Estados Unidos tienen en curso un acuerdo similar y ni siquiera por eso, además de la vecindad inmediata, el país vecino se recató con su política de aranceles para este lado de la frontera.

Por lo visto, un tratado comercial no quiere decir absolutamente nada a la hora de la hora, más allá o más acá de sus aspectos económicos. Tal parece la lección que resultaría conveniente no olvidar para la próxima vez que se ofrezca.

armentabalderramagerardo@gmail.com