El Bukele mexicano

Hay dos municipios distantes, pero en esencia similares, lo que permite una comparación en políticas públicas y ampliar el panorama del por qué

Por: Manuel Borbón

En ocasiones anteriores se ha comentado en este espacio las similitudes que existen entre un par de municipios alejados territorialmente hablando, pero que en la esencia y en los datos son sumamente similares, lo que nos permite hacer una comparación en cuestión de políticas públicas y abrir aún más el panorama del por qué sucede lo que sucede. Hablamos, por supuesto, de los municipios de Uruapan, en Michoacán, y de Cajeme, Sonora, un par de ayuntamientos que cuentan con características y circunstancias que los vuelven muy similares.

Se trae a colación lo anterior debido a que la nota durante este pasado fin de semana giró en torno al lamentable suceso ocurrido en el Municipio de Uruapan, Michoacán, donde en plena celebración por el Día de Muertos y, segundos después de haber tenido a su hijo en brazos, un comando armado asesinó al presidente municipal de dicho Municipio, Carlos Manzo, a quien muchos lo llamaban ya "El Bukele" mexicano, en plena referencia al joven presidente de El Salvador, el cual logró posicionar a su país como uno de los más seguros y prósperos del Continente Americano a base de mano dura y cumplimiento de la justicia.

Pero bien, comencemos por entender por qué ambos municipios cuentan con características similares. En primera instancia se encuentra el tamaño poblacional, ya que las ciudades medias en México no son tan comunes. Hablamos de municipios que rondan el medio millón de habitantes y que, al no ser de las ciudades conocidas como grandes, y al mismo tiempo dejar de ser municipios pequeños, se encuentran en una especie de crecimiento que les conlleva nuevos retos y, por ende, nuevas oportunidades. En este caso hablamos de problemáticas como la inseguridad, los baches, la fuga de jóvenes, entre otras que ambas ciudades comparten.

Asimismo, el fondo de su economía está basado principalmente en la actividad agrícola. Por una parte, en Uruapan se han caracterizado por el monocultivo del aguacate, mientras que en Cajeme el trigo es el cultivo principal, por lo que, a pesar de ser ciudades en desarrollo, la dependencia a la agricultura sigue sumamente arraigada, con las problemáticas que esto genera.

Pero bien, se trae a colación lo anterior para entender, en un ejercicio de política comparada, la compleja situación que guarda la seguridad en estas ciudades medias que, a diferencia de las grandes urbes mexicanas, no cuentan con el foco de atención ni la fortaleza de una sociedad empresarial y política que ponga un alto a este tema, sino que más bien, ciudades como Cajeme y Uruapan se han sumido en un vórtice del que parece difícil salir.

Sin embargo, cuando parecía que en Uruapan un alcalde había decidido tomar el toro por los cuernos e intentar con una estrategia diferente y frontal combatir esta problemática y poner un alto, terminó por convertirse en un intento más de cambiar la situación con un homicidio del que todavía muchas historias están por contarse.

Esperemos que este lamentable suceso no se convierta en una estadística más y que la normalización de la violencia no llegue a grado tal que quienes se dedican a tomar decisiones complejas y que afectan intereses de terceros, terminen por convertirse en un blanco perfecto.

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