Por: Redacción
No, no estamos discutiendo sobre energías limpias. No, no estamos analizando qué atributos deberán tener los próximos gobernantes por los que vamos a votar. No estamos viendo que la deuda pública sigue crece y crece y que muy pronto el panorama estará más negro que de costumbre. No estamos hablando de lo qué vamos hacer con todos los corruptos que nos gobiernan, ni qué haremos para evitar que la gente siga muriendo por el Covid-19; ni estamos dialogando sobre las adicciones que día a día atrapan a más personas de todas las edades, ni exigiendo seguridad en nuestras casas y calles; ni siquiera estamos hablando de la importancia de cuidar y de pagar el agua; ni de las miles de personas que se quedaron sin trabajo, no, nada eso, la sociedad mexicana en este momento sigue inmersa en ese tema en el que NADIE tiene la verdad absoluta, porque es un tema mitad biológico y mitad ético, sazonado por aspectos emocionales como es el placer, el supuesto amor, el deseo, la economía y la espiritualidad que, sumándolo todo, se convierte en un completo desafío social, me refiero a que estamos metidos en un pleito bizarro y anárquico que lleva como bandera la interrupción de la vida, para unos, y la libertad para otros.
El aborto es un asunto bastante complejo para mí, y para unos significa “modernidad” y para otros “oscurantismo”, y creo que nunca nos pondremos de acuerdo.
De cualquier manera, hay ciertas estimaciones personales que deseo poner a su consideración: Evidentemente el acto sexual para muchos es un acto de gozo placentero y no de procreación. Se entiende, pero, si no quieres procrear, pues utiliza métodos anticonceptivos y, en caso de que no se tengan en ese momento o quieren estar seguros de que no habrá embarazo no deseado, pues tomar la pastilla del día siguiente, porque, aunque los hombres JAMÁS sabremos en sí todo lo que un aborto implica física, emocional y espiritualmente, algunas conocidas que lo han practicado me comentan que después de un aborto algo cambia en su sentir o en su esencia. Eso lo sabrán quienes lo practiquen. Pero bueno, independientemente de eso, ¿Hasta a cuántos abortos se quieren someter a nombre de la libertad? ¿Se supone que entre todos pagaremos con nuestros impuestos cuanto aborto decidan tener? ¿El hombre no tiene responsabilidad o capacidad de decisión en la situación? ¿El que sea legal y pagado el aborto para la dama que lo quiera no hará que despreciemos o malinterpretemos aún más la vida? ¿Una mujer que aborta cuando los desee, sería buena madre? ¿Está bien que no nazcan personas indeseadas? ¿El que haya menos hijos del placer le servirá de algo a México? ¿Cuántas mujeres se ven en la necesidad de abortar tras una violación? ¿Todas lo quieren hacer o hay quienes querrán tener a la criatura? En lo personal, creo que en este tema, como en todos, puede utilizarse el sentido común para tomar decisiones sin tener que estar soportando a esa turba que llena de odio y coraje está exigiendo lo que ellas creen que es lo más conveniente, y el sentido común nos dice que la vida es más importante que el placer. El sentido común nos muestra que si el aborto fuera algo normal o conveniente, los animales y las plantas lo harían. La lógica es que si siembras una semilla es porque quieres que nazca un árbol, aunque el árbol, por su misma naturaleza, puede nacer sin que lo siembres; esa es su esencia. Cuántos de nosotros no existiríamos si desde antes hubiera habido la “libertad” o la legalidad para abortar cada vez que una mujer lo decidiera.