Adaptarlos a tiempos de hoy
Por: Gerardo Armenta
La frase no muestra ningún asomo de exageración porque resulta cierta a cabalidad: muchos ejidos del sur de Sonora están en el abandono y en peligro de extinción. Se podría hacer un añadido y postular que esa misma circunstancia ocurre en buena parte del país, por no decir que en todo su ámbito. Tal es ya en estas alturas una evidente y más o menos añeja realidad.
En un contexto con esta singularidad, bien podría saludarse la creación de lo que será la Coordinadora de Ejidos y Comunidades Agrarias, en una iniciativa que ostenta carácter nacional. Su objetivo no será más que rescatar y empoderar al ejido como tal, lo que, en tenor de enunciado, se oye bien, pero sin soslayar la magnitud de los esfuerzos que tendrán que realizarse en el sentido que se comenta.
De este asunto habló Rubén Armando Gil Nieblas, director de la Oficina de Asuntos Agrarios del Ayuntamiento de Huatabampo, quien describió el objetivo es rescatar y empoderar a los ejidos. He aquí, entonces, unas metas posiblemente difíciles de lograr. Puede ser así por la misma situación en que cayó o se encuentra el campo mexicano en general.
Por eso, un tema como el descrito quizá se antoje un tanto inesperado en el trajinar de un tiempo como el de hoy. Así podría considerarse en un primer vistazo. El ejido prácticamente se acabó hasta como figura retórica propia del habla de una larga época oficial basada en sectores. Sucedió así por el mismo desgaste inexorable y la ineficiencia de los proyectos gubernamentales destinados al campo. Históricamente este sector fue clave y ariete de todo un apabullante modo gubernamental, donde el modo ejidal de trabajo en el campo se catalogó como estelar, por lo menos en la reiterada palabra oficial.
Sin embargo, por lo visto hay (o habría) concepciones novedosas que vale considerar. El director de este sector del Ayuntamiento de Huatabampo, dijo que, sin duda, los ejidos deben adaptarse a los tiempos actuales, o bien a lo que denominó nuevo agrarismo. Planteó que para ello deben afiliarse a novedosas organizaciones como la Coordinación de Ejidos y Comunidades Agrarias, con el fin de que "no queden desamparados". Dijo que ya se han realizado varias reuniones con núcleos ejidales de la región, "de manera que se vaya dejando atrás a las agrupaciones del pasado, y que ya quedaron rezagadas y rebasadas".
De ese pasado del que habló Gil Nieblas viene o hay una especie de herencia negra del ayer y que en Huatabampo él mismo describió con las siguientes palabras: la gran mayoría de ejidatarios renta la tierra. Más o menos, en términos generales, en eso terminó históricamente la particular política estilada en el campo, por decirlo así. Hoy se habla de otra política en la materia. ¿Funcionará?
El campo fue uno de los sectores más complicados o resbaladizos en tiempos todavía no muy lejanos. Si a eso se suma, en lo inmediato, la sequía de hoy, entonces la situación de los ejidatarios, su crisis actual, resulta más que evidente de una u otra manera. A tono con esta circunstancia, Gil Nieblas señaló que se ha solicitado un apoyo económico directo para los ejidatarios y los trabajadores del campo, "que son la gente más vulnerable".
En función de todo lo anterior, adquiere todavía mucho más sentido la eventualidad o certeza (como se quiera ver) de que el ejido como tal se encuentre en serio riesgo de extinción, como quedó anotado en el inicio de estos renglones. Una eventualidad de esa naturaleza es tan real como son las razones que históricamente terminaron por encaminarla. Debe reconocerse que no está escrita todavía la última palabra al respecto.
Pero muchas otras más sí se han venido escribiendo en el mismo ámbito de que se habla. No nada más porque sí el campo de un país como el nuestro está en la situación por la que atraviesa hoy, a la que se suma en lo particular la peligrosa condición existencial del ejido como figura importantísima del quehacer en este renglón. Bien dicen que los tiempos suelen ser traer tiempos.
Sin embargo, los que podrían llegar con una cauda de perjuicios o lesiones productivas, no son precisamente los que se esperarían en y para el campo. Otros tiempos tendrían que ser los que se abran paso allí con mejores buenas nuevas para su quehacer productivo en general.
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