Diversidad: El incómodo ingrediente de la excelencia

Considerar ideas incómodas, confrontar verdades ignoradas y desmantelar estructuras que, aunque nos beneficien, son intrínsecamente injustas

Por: Ricardo Castro Salazar

La vitalidad y el progreso social brotan de la inagotable multiplicidad de ideas, talentos y formas de vida. La historia nos muestra que todo intento de imponer una visión homogénea lleva al estancamiento y la opresión. Como sentenció Bakunin, "la uniformidad es la muerte y la diversidad es la vida". Es decir, la diversidad no es una gentileza social, sino la condición sine qua non para la libertad y el desarrollo humano.

El debate sobre DEI (Diversidad, Equidad, Inclusión), que hoy polariza a EE.UU., México y otras naciones, se ha vuelto una guerra cultural que desdibuja lo esencial. La verdadera fuerza de la DEI reside en su capacidad radicalmente disruptiva: sacude nuestra complacencia y nos exige ir más allá de lo que creíamos posible, aceptando voces antes no escuchadas. Nos obliga a considerar ideas incómodas, a confrontar verdades ignoradas y a desmantelar estructuras que, aunque nos beneficien, son intrínsecamente injustas.

La equidad no otorga ventajas; extirpa desventajas sistémicas. Desmantela redes de privilegio y asegura que la oportunidad sea, por fin, ciega a factores como origen, raza, género o preferencia sexual. Para quienes siempre ascendieron por caminos despejados, este reequilibrio puede parecer una pérdida. Mas es la normalización de un campo de juego que nunca debió estar inclinado. La inclusión real empodera todas las voces, no solo las acostumbradas a ser escuchadas. Implica reasignar poder, delegar autoridad y confiar en que las decisiones, enriquecidas por más experiencias y conocimientos, serán siempre superiores.

LA EVIDENCIA DURA: DIVERSIDAD COMO IMPERATIVO ESTRATÉGICO

Las empresas con directivas diversas logran 19% más ingresos por innovación, según Boston Consulting Group. McKinsey añade que las compañías ubicadas en el cuartil superior de diversidad en sus equipos ejecutivos tienen 36% más probabilidades de superar el rendimiento promedio de sus competidores. Deloitte Insights asevera que las culturas organizacionales inclusivas duplican las probabilidades de cumplir sus objetivos financieros y llegan a octuplicar sus resultados comerciales. La DEI, entonces, deja de ser mera corrección política para erigirse como una fuerza transformadora que redefine la excelencia, impulsa la innovación y cimenta sociedades más justas.

La controversia real no es abrazar la diversidad, sino la resistencia a abandonar viejas ideas que impiden nuestro máximo potencial. Forbes reveló que la diversidad es un motor clave para la innovación, haciendo a equipos diversos 20% más propensos a crear nuevas ideas y soluciones. Además, las empresas diversas gozan de una tasa de rotación de personal un 22% menor que aquellas que persisten en la homogeneidad. Más aún, un estudio del Journal of Personality and Social Psychology demostró que los grupos diversos toman decisiones de mayor calidad en el 87% de los casos comparado con los homogéneos.

Cuando los empleados sienten pertenencia y ven sus opiniones valoradas, su desempeño laboral puede dispararse hasta un 56%. La inclusión se traduce directamente en mayor compromiso y, por ende, en productividad elevada. Un testimonio de esto es la transformación de Microsoft. Su inversión estratégica en DEI no solo reconfiguró su cultura interna, sino que metamorfoseó su rendimiento financiero y su capacidad para innovar y liderar globalmente.

EL CASO MICROSOFT: UN FARO EN LA TRANSFORMACIÓN

Microsoft ha demostrado, con una elocuencia que sólo los hechos pueden ofrecer, que la diversidad no es solo un imperativo de responsabilidad social, sino una ventaja competitiva crucial en el siglo XXI. La empresa emprendió un esfuerzo masivo para integrar la diversidad, equidad e inclusión en su cultura. Su CEO, Satya Nadella, impulsó una "cultura de crecimiento" donde todos se sienten empoderados. ¿El resultado? Un 23% de aumento en la productividad atribuible a una cultura más inclusiva que valora la diversidad de sus empleados. Además, logró una reducción del 17% en la rotación de personal, un logro notable en una industria donde la competencia por el talento es feroz. Nadella elevó la "empatía" como habilidad central, animando a sus equipos a comprender las diversas necesidades de los usuarios, lo que ha generado productos y servicios más innovadores y accesibles para un público global.

Transitar hacia la excelencia en una sociedad multicultural y globalizada puede ser incómodo. La diversidad y la inclusión nos retan a cuestionar prejuicios e ideas preconcebidas que, aunque den seguridad, impiden avanzar. Si en nuestra fórmula para la excelencia jamás salimos de nuestra zona de confort, algo fundamental estamos omitiendo. La diversidad no es una elección, es un ingrediente indispensable. El auténtico desafío no radica en abrazarla, sino en nuestra obstinada resistencia a los paradigmas que nos impiden alcanzar nuestro máximo potencial. Cuando la diversidad es prioridad estratégica, el resultado no es solo una sociedad más justa, sino una inherentemente más fuerte, inteligente y mejor preparada para el futuro.

El Dr. Castro fue consejero externo para el Gobierno Mexicano y presidente de la Comisión de Asuntos Fronterizos del Instituto de los Mexicanos en el Exterior (IME). Ha sido catedrático, decano y vicerrector para desarrollo internacional en Pima College de Tucsón, Arizona.

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