Siempre le ha gustado la política y el servicio a los demás, pero jamás había incursionado en partidos políticos y menos en la administración pública
Por: Francisco González Bolón
Quienes conocen a la licenciada Liliana Castell Ruiz afirman que ella no es de las personas que dejarían un trabajo como el de la Contraloría Municipal por cualquier pretexto.
Se trata de una profesionista, valga la redundancia, muy profesional que no por nada se ha ganado un prestigio notable, pues siempre ha sido emprendedora, responsable y honesta.
Siempre inquieta, le ha gustado la política y el servicio a los demás, pero jamás había incursionado en partidos políticos y mucho menos en la administración pública como tal, toda vez que ella es Notaria Pública.
Durante las campañas políticas, el grupo de mujeres del área de Patricia Patiño Fierros le "coqueteó" y de alguna manera probó lo que era estar en esas reuniones, pero de ninguna manera estableció grandes compromisos.
Por ello le cayó de sorpresa que al ser alcalde electo Javier Lamarque Cano se le extendiera la invitación para ocupar la Contraloría y aunque la pensó durante un rato, finalmente se convenció de que podían hacerse las cosas mejor en esa área, a fin de evitar la corrupción.
Con mucho entusiasmo arrancó sus labores pero pronto se daría cuenta de que por mas trabajos que presentaba, no ocurría nada por la simple y sencilla razón de que en realidad los gobernantes no tienen la voluntad política real de dar pasos contundentes contra las inercias corruptas de siempre.
Por más que se amparen en eso de no mentir, no robar y no traicionar, la corrupción sigue enquistada en todos los niveles de gobierno y lógicamente una persona con la autoridad moral tan alta como la de Castell Ruiz no se iba a prestar a juegos sucios.
Por eso, quienes la conocen saben que eso de un diplomado es solamente un pretexto para salir dignamente de una labor en la que sencillamente los intereses creados no le iban a permitir avanzar en un ataque frontal contra los mañosos de cuello blanco.
Pero siempre institucional, la licenciada Castell Ruiz agradeció la oportunidad que se le dio de participar en la administración pública y sobre todo la autonomía con que se le dejó operar, aunque en realidad solamente fuera una máscara porque al ser de un solo partido las instancias a las que se elevan las acusaciones contra los corruptos, ya se sabe quién tiene los nexos suficientes como para detener el avance de los expedientes. Así de sencillo.
Llega a la Contraloría la licenciada Marina Herrera, ex directora del DIF, y como por las vísperas se saca el día, ya se sabe quién o quiénes seguirán al mando de muchas de las decisiones municipales, independientemente de lo que piense el Presidente Municipal.
Es una lástima en verdad que se desaprovechen los talentos ciudadanos que desean actuar dentro del gobierno para lograr un cambio del estado de cosas. Los que ya tienen colmillo en esto de sacarle la vuelta a la aplicación de las leyes y, sobre todo, a la ética, solamente desean tener a su lado a personajes sumisos que no les provoquen "problemas" cuando se descubran temas fuera de la legalidad.
Y, permítaseme decirles, Liliana Castell Ruiz no es de las profesionistas que iban a soportar entrar a esos terrenos pantanosos de la corrupción.
Ya estarán de fiesta aquellos y aquellas a los que ella les estorbaba.
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