Las naciones del continente americano pueden ser divididas en dos grupos: las democracias y las dictaduras. México forma parte del primer grupo
Por: Armando Fuentes (Catón)
El cuento que descorre hoy el telón de esta columna es en extremo sicalíptico. Las personas que no gusten de leer cuentos en extremo sicalípticos pueden pedirle a alguien que se los lea.
Don Feblicio y doña Gelia, esposos, reñían constantemente. En cierta ocasión su pelea alcanzó proporciones homéricas. Él le dijo a ella: "Cuando mueras voy a poner en tu lápida estas palabras: 'Aquí yace Gelia, mi mujer, fría como siempre'. Replicó la señora: 'Y si tú mueres antes, yo pondré esta inscripción sobre tu tumba: "Aquí yace Feblicio, mi esposo, tieso al fin'".
Un buen amigo mío tiene en Estados Unidos una hija. Fue ella a visitar a su esposo, oficial del ejército americano, asignado a una base militar en Alemania. Al tomar el vuelo hacia Berlín el empleado de la línea aérea le hizo una pregunta de rutina: "¿Trae usted consigo algo que alguien le pidió llevar?". Respondió ella: "La mamá de mi esposo me dio un paquete para que se lo entregue en Alemania a su hijo". Hizo una pausa el empleado y luego le preguntó: "¿Está usted en buenos términos con su suegra?".
Este playboy conoció en un antro a la chica más hermosa que jamás había visto. Le dijo: "Mi padre está muy enfermo. Seguramente en dos o tres semanas se irá de este mundo. Es viudo, y soy su único hijo. Heredaré una fortuna de 100 millones de dólares". Impresionada por ese dato la muchacha aceptó ir con él a su casa. Ahora la chica más hermosa que el playboy jamás había visto es su madrastra.
Las naciones del continente americano pueden ser divididas en dos grupos: las democracias y las dictaduras. México forma parte -todavía- del primer grupo. En virtud de la democracia López Obrador llegó al poder. Ahora, sin embargo, muestra simpatía por los países del segundo grupo, el de las dictaduras, y muchas de sus acciones dan la impresión de que pretende llevarnos a él.
Su postura en el sentido de que no asistirá a la Cumbre de las Américas si Estados Unidos, el país anfitrión, no invita a Cuba, Nicaragua y Venezuela, lejos de ser una muestra de independencia es una demostración de intemperancia.
Esa actitud nos presentará ante el mundo como una nación afín a las dictaduras, y pondrá una piedra más en el camino de nuestra relación con el país del norte, con el cual nos conviene, por más de un motivo, tener buena vecindad.
Un desplante como ese de AMLO, a más de irrazonable y falto de fundamente diplomático y jurídico, es inane, o sea inútil, vano, fútil. No será visto como gesto de autonomía frente a la gran potencia, sino como aberrante demostración de apoyo a gobiernos dictatoriales que tienen aherrojados y sumidos en la miseria a sus respectivos pueblos.
Sólo nos queda esperar que López Obrador no convierta a aquel funesto trío en un cuarteto. Aún le queda tiempo para consumar esa hazaña, como dijo cuando habló de lo hecho en Cuba.
Taisia les contó a sus amigas: "Mi marido me llamó 'pervertida'". "¡Qué barbaridad! -se consternó una de ellas-. Y tú ¿qué hiciste?". Respondió Taisia: "Me salí de la cama con mis cuatro amigos, nos vestimos y me fui con ellos".
Don Poseidón, granjero acomodado, le dijo con enojo al pretendiente de su hija, que le pedía la mano de la muchacha: "Usted se quiere casar con Glafira porque tiene dinero". "Todo lo contrario, señor -opuso el galancete-. Me quiero casar con ella porque yo no lo tengo".
"¡Qué hombre tan feo ese que está allá! -exclamó una invitada a la fiesta de doña Panoplia de Altopedo, dama de buena sociedad- ¡aunque me pagara me acostaría con él!". Le informó con tono ácido la anfitriona: "Es mi esposo". "Ah, caray -se turbó la invitada-. Entonces sí me acostaría. Y gratis ¿eh? Gratis". FIN.