De política y cosas peores

Expertos en temas ferroviarios coinciden en que será difícil contar con el volumen de pasajeros y de carga necesario para hacer costeable la operación

Por: Armando Fuentes (Catón)

"Su estrés se debe a falta de actividad sexual -le indicó el médico del Seguro al hombre que lo consultó-. Debe usted tener sexo". Esa misma noche el sujeto fue a una casa de mala nota. Terminado el acto que ahí lo había llevado se vistió y se dispuso a salir de la habitación. "Oye -le dijo la mujer-. Págame". "Ah, no -repuso el tipo-. Cóbrale al IMSS. Ésta es receta del Seguro". El novio de Glafira, la hija de don Poseidón, la invitó a un antro el domingo por la noche. Regresaron a la casa de la chica cuando el Sol había asomado ya las pompas por los balcones del oriente. Hecho una furia el genitor le preguntó al galancete: "¿Por qué trae a mi hija a esta hora? ¡Son las 7 de la mañana!". Explicó el boquirrubio: "Es que entro a trabajar a las 8". Se necesita tener muy mala entraña, o sea ser muy cabrón, para desear que fracasen las obras emprendidas por el gobierno. Hace algunas semanas le hice una pregunta a la persona más informada y que mejor informa sobre las cosas de Yucatán. No doy a conocer su nombre porque no cuento con su autorización para ello, pero sí pongo la respuesta que me dio. Le pregunté: "¿Cuál es su opinión acerca del Tren Maya?". Su respuesta fue lapidaria, contundente: "Es una marihuanada". Usó esa palabra, marihuanada, desde luego más clara y expresiva que el término "entelequia". He hablado con expertos en cuestiones de transporte ferroviario, y todos coinciden en decir que será difícil contar con el volumen de pasajeros y de carga necesario para hacer costeable la operación de ese ferrocarril. A esa preocupación yo añado otra igualmente inquietante: será improbable que en cada estación del tren haya, como en el aeropuerto de la 4T, un puesto de tlayudas. Desde luego habrá oídos a las protestas de los académicos, artistas, intelectuales y expertos en materia de ambientalismo que advierten sobre los graves daños que el nuevo trazo de las vías causará a una vasta zona pródiga en riquezas naturales y arqueológicas. Seré sincero, pues tal es mi costumbre. ("Di la verdad y luego corre", aconsejaba alguno). Yo deseo que el Tren Maya tenga buen éxito, por el bien de los mexicanos que viven en la importante región del país donde la línea operará, cuyos habitantes, muchos de los cuales viven en la pobreza, están urgidos de obras que los beneficien. Me pregunto, sin embargo, si se hicieron los estudios de mercado necesarios para justificar la obra y las afectaciones que al entorno ha causado su realización, o si a final de cuentas esta costosísima, trabajosísima y controvertidísima  línea ferroviaria será, en efecto, una marihuanada, cosa bastante peor que ser solamente una entelequia. La mujer le contó a su siquiatra: "Cuando un hombre me pide amor me entra una sensación de náusea". Inquirió el analista: "¿A qué atribuye usted eso?". "No sé -respondió ella-. Quizá se deba al hecho de que el hombre es mi marido". Acompañado por sus padres, por un notable de la comunidad y por el cura de su parroquia el joven Leovigildo fue a pedir la mano de su novia. El papá de la muchacha le preguntó, solemne: "¿Se siente usted capaz de hacer feliz a mi hija?". "¡Uh, señor! -respondió con orgullo el pretendiente-. ¡Nomás la viera! ¡A veces hasta griFIN.