Por tres importantes razones, Cajeme y Hermosillo decidieron prohibir la venta de pirotecnia
Por: Jesús Huerta Suárez
¡En verdad celebro que los ayuntamientos de Hermosillo y de Cajeme hayan acordado prohibir la venta de cohetes en estos municipios!
Se habían tardado, pero al fin entendieron que los cuetes son un absurdo entretenimiento que cuesta, apesta y molesta. No, no son nada divertidos y el que muchos padres de familia se los compren a sus hijos para esta época decembrina y de fin de año, no significa un gesto de amor, sino todo lo contrario, aunque los pequeños y los no tanto, sientan que es una bonita tradición.
Sí, entiendo que esos segundos entre el encenderlos y esperar a que exploten pueden significar adrenalina pura, emoción, o cómo quieran llamarle, pero no por eso son algo bueno. Si lo que buscan es adrenalina, corran, monten en bicicleta, escalen un cerro, toquen algún instrumento musical, anden en patineta o no sé, pero respeten a los demás y no tiren su dinero...
Cuestan: estos petardos tienen un costo y es alto, por lo que lo más seguro es que haya una mafia detrás de estos artilugios cuya fabricación y uso han provocado docenas de muertos por accidentes durante el proceso de elaboración, así como heridas graves durante su uso. Esa mafia de la pólvora se encarga de mantener el mercado negro de estos productos, lo que es a todas luces es un problema serio y, por otra parte, es esta misma caterva la que se encarga de comprar voluntades y dar moches a los ayuntamientos para salirse con la suya, lo que al final de cuentas se traduce como corrupción. No compres, mejor tira tu dinero a la basura o dáselo a los más necesitados. Respeta a los demás.
Apestan: Además de su deplorable estruendo, este absurdo juguetito que muchos padres de familia compran para que sus hijos se entretengan, provocan que los pisos queden repletos de miles de pedazos de papel y el ambiente oliendo al mismo azufre del demonio. Sí, los cohetes, además de ensuciar, huelen muy feo. No compres. No contamines aún más el ambiente, mejor planta un árbol o barre tu banqueta, pero no compres. Respeta a los demás.
Molestan: las molestias que provocan este tonto entretenimiento son muchas. No solo los perros y mascotas (que suelen ser más sensatos que nosotros) sufren con las explosiones, sino también las personas con afecciones cardiacas y nerviosas se ven afectadas por esta absurda pseudo diversión tercermundista, así como los niños autistas, los músicos, las personas que buscan la paz mental, los amantes, la gente inteligente, eso sin contar que el estruendo les arruinará los tímpanos a tus queridos hijos. No compres, mejor realiza alguna actividad divertida e inteligente con tus pequeños en donde se involucre aprendizaje, imaginación y respeto. No compres.
Además, tronar cuetes en la cuarta ciudad más violenta del mundo no ayuda en absoluto; asustan y pueden confundirse con ataques armados.
No negamos que los fuegos pirotécnicos son emocionantes y llegan a ser atractivos, pero mientras no afecten a los demás, como en países primermundistas en que se puede decir que son digitales.
No, los cohetes no son nada divertidos, por dónde la veas y, en esta ocasión, en ti, ciudadano de bien, recaerá la responsabilidad de no comprar. De no mantener vivo este absurdo negocio que cuesta, apesta y molesta.