Claudia Sheinbaum Pardo; hacer una patria grande

Una mujer en la Presidencia de México definirá por sí mismo un hecho definitivamente único que sin duda marcará por sus alcances

Por: Gerardo Armenta

Con la puntualidad correspondiente se vienen cumpliendo los pasos para que Claudia Sheinbaum Pardo se convierta en la primera mujer en ocupar la Presidencia de México. Recién, como se sabe, recibió su constancia como mandataria electa. Y, ciertamente, es preciso reiterar que este fue un hecho histórico, en efecto, el cual se produjo durante una sesión solemne efectuada en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

En ese señalado evento planteó:

Continuar haciendo historia y seguir haciendo de México una Patria grande en la que participen mujeres, hombres, jóvenes, niños y niñas-. Esta fue prácticamente una invitación general a todos los mexicanos y mexicanas. Debe ser propio reconocer que este evento encabezado por la futura presidenta del país caló muy positivamente en el ánimo público. Fue así por todas las razones propias que conlleva una realidad como la que se comenta, realidad que por primera vez toma forma en un país como el nuestro.

Por ello, en principio, resulta más que explicable el beneplácito general que ha generado en este país el hecho de que una mujer arribe a la presidencia de México por primera vez. Bien se sabe que no hay precedente histórico al respecto. Por eso el beneplácito general porque Claudia Sheinbaum asuma pronto la titularidad del mítico Poder Ejecutivo de un país como el nuestro, regido en ocasiones bajo criterios o modos de género muy propios, algunos no necesariamente dignos de aplauso o reconocimiento bajo enfoques históricos.

Una mujer en la Presidencia de México definirá por sí mismo un hecho definitivamente único que sin duda marcará por sus alcances una distinción muy propia y benéfica para el país en todos los órdenes. No se está describiendo una tarea fácil o automática. La gobernación en sí no es algo que en tiempos como los de hoy pueda cumplirse por sí sola o desprovista de ánimo creativo y juicioso.

El nuestro ha sido en términos históricos un país fundamental y esencialmente medido o encuadrado a partir de sexenios. Una buena parte de las desgracias nacionales de ayer y hoy se explican precisamente en función de esta costumbre. Cada quien en este país ha querido hacer desde el gobierno lo que prácticamente ha sido su voluntad. En cambio, Claudia Sheinbaum habla o postula una continuidad, lo que en los hechos habría que advertir como una saludable definición en el entendimiento de la tarea gubernamental en su conjunto, al margen de la demagogia o la estridencia que cada seis años quiere hacer un país nuevo o distinto nada más con proclamas. De allí la importancia de la continuidad bien entendida y aplicada.

En uno de los párrafos del discurso que dijo al recibir la constancia como presidenta electa, Claudia Sheinbaum expresó consideraciones como las siguientes: “Sigamos construyendo juntas y juntos, sigamos construyendo nuestra Patria grande, donde nunca más se escriba una historia sin el pueblo de México; donde nunca más se escriba la historia sin nosotras o, en otras palabras, les digo a todas y a todos: ¡Sigamos haciendo historia!”. 

Cabe suponer que no debe ser fácil hacer historia, pero tampoco imposible. Hoy por hoy las mujeres tienen en México, políticamente hablando, una grandísima oportunidad para acentuar ese esfuerzo relacionado con la emocionante hechura del presente y el devenir. Claudia Sheinbaum señaló que el día que recibió su constancia presidencial (jueves 15 de agosto de 2024) marca un antes y un después en la Historia de México. No sólo porque, indicó, se respetó la voluntad de más de 35 millones de mexicanos y mexicanas que emitieron su voto el 2 de junio de este año, sino porque, además, hoy la lucha por la igualdad de las mujeres llega a un punto cúspide con la primera mujer en llegar al máximo puesto de elección popular. 

Expresiones como las anteriores reflejan una gran verdad. Destaca en ellas el principio de que la lucha por la igualdad de las mujeres ha llegado en México a un punto definitivo con la primera de ellas que ocupará la presidencia del país. Este es un hecho definitivo e indiscutible, además de saludable e histórico. Por ello, bien puede señalarse que una gran y significativa historia está por iniciarse (se ha iniciado ya) en un país como el nuestro. Porque efectivamente, y valga la repetición, en un país como el nuestro hasta hace no mucho tiempo se antojaba increíble o imposible el camino existencial o político marcado por Claudia Sheinbaum Pardo, primera mujer Presidenta de México. 

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