Bye, bye ‘nearshoring’?

¿Qué está sucediendo con el cacaraqueado y esperado “boom” que nos brindaría?

Por: Moisés Gómez Reyna

La economía mexicana comienza a mostrar claros signos de desaceleración que, para la sorpresa de muchos, contrasta con la fortaleza que aún muestra la economía de Estados Unidos, nuestro vecino y principal socio comercial.

Esto nos hace plantearnos de inmediato una pregunta: y entonces ¿qué está sucediendo con el cacaraqueado y esperado “boom” que nos daría el nearshoring o relocalización de inversiones a nivel global?

Pero vamos por partes. Desde octubre y por 4 meses consecutivo, el Índice Global de la Actividad Económica en México ha presentado caídas continuas.

Este indicador se considera un adelanto del Producto Interno Bruto (PIB) y en septiembre de 2023 mostraba un crecimiento anual del 3.8%, pero al pasado mes de enero su ritmo de expansión se desaceleró a sólo 1.1%.

En cuanto al empleo formal, en marzo pasado se perdieron en México 465 plazas ante el IMSS, lo que, si bien no es una cantidad para alarmar, sí contrasta con los 135 mil empleos generados en marzo de 2023.

Así, el crecimiento anual de los trabajadores asegurados ante el IMSS que en mayo de 2023 era de 4.1%, en marzo de este año es de sólo 2.3%, casi la mitad que hace un año.

Llaman más la atención los datos de empleo, cuando el Inegi dio a conocer la semana pasada que el personal ocupado en la industria manufacturera del país cayó por octavo mes consecutivo, retrocediendo -1.5% en términos anuales.

De hecho, el personal ocupado en el sector electrónico ha caído en el último año -9.2%, mientras que en la fabricación de accesorios y aparatos eléctricos ha bajado -2.5%. Solamente el sector automotriz vio aumentar su planta laboral en 1.1% durante el último año.

En la narrativa oficial, la economía mexicana está mejor que nunca, gracias al superpeso, la llegada de inversiones, las remesas y la generación de empleos.

El problema es que ese supuesto “boom” no está plasmado ni siquiera en los datos oficiales del IMSS y del Inegi y, de hecho, indicadores como las remesas más bien son reflejo de la expulsión de mexicanos por falta de oportunidades en nuestro país.

En contraste, la economía de nuestros vecinos parece seguir más que fuerte. De acuerdo con datos de la Oficina de Estadísticas Laborales, en marzo se crearon en Estados Unidos 303 mil puestos de trabajo, por arriba de los 200 mil que esperaban los especialistas y de los 270 mil generados en febrero.

El mercado laboral estadounidense es uno de los más fuertes históricamente, pues la economía ha sumado empleos durante 39 meses consecutivos, lo que marca el quinto período más largo de expansión laboral jamás registrado.

Además, la tasa de desempleo de 3.8% en marzo, ha estado por debajo del 4% durante 26 meses consecutivos, la racha más larga desde finales de la década de 1960. Por otra parte, mientras el Fondo Monetario Internacional (FMI) elevó la semana pasada las perspectivas de crecimiento de Estados Unidos de 2.1 a 2.7% para este año, en el caso de México las rebajó de 2.6 a 2.3%.

¿Entonces qué es lo que está sucediendo? La realidad es que, si bien la economía se recuperó desde el fin de la pandemia, esto fue gracias a la rivalidad comercial entre Estados Unidos y China, lo que hizo posible que México se convirtiera en el principal socio comercial del América del Norte.

Sin embargo, aún es mínimo el impacto del nearshoring en la economía mexicana, y si analizamos las cifras de inversión extranjera, más del 70% es producto de reinversiones de empresas ya establecidas, menos del 10% corresponde a la llegada de inversiones nuevas y el resto es por préstamos o pagos entre compañías del mismo grupo, según cifras de la propia Secretaría de Economía federal.

Por lo tanto, pronto la supuesta fortaleza de la economía mexicana podría estar llegando a su fin, y más que resultado del “nearshoring” o una política económica eficaz, más bien parece ser producto de coyunturas geopolíticas y también de un toque de propaganda de la 4T.

Twitter: @gomezreyna