“Bien prendido del foco”

Con la necesidad de la droga, llegaron los problemas: me corrían de todos los trabajos y de todas partes; comencé a robar y caí al bote, entre otras

Por: Jesús Huerta Suárez

Me dijo, —no sé si fue porque abusaron de mí sexualmente cuando era morro, o porque mi mamá se fue con un señor y nos dejó, o por pura vaquetonada mía, pero cuando menos pensé, ya estaba bien prendido del foco. No podía hacer nada sin meterme la droga; hasta para ir al jale o para ir a ver a mi morra lo hacía.

 Lo probé por primera vez en una peda, un sábado en la noche, cuando me lo rolaron. Era una bolsita de plástico con cocaína revuelta con "crystal", pero no me dijeron… me puso bien machín; duramos tres días pisteando sin que nos diera hambre; yo me sentía el rey del mundo; todas mis broncas se me olvidaron de volada, y agarramos un curón esa noche, que me dolía el estómago de tanto reírme, no se me olvida, pero tampoco se me olvida la cruda espantosa que me dio.

Sentía que la cabeza me iba a estallar; vomitaba pura bilis, pues no traía otra cosa en la panza, y aún con eso, para el otro fin de semana ya andaba buscando más de ese “polvo mágico”, hasta que lo conseguí. Después comencé a consumir entre semana, ya no podía esperar hasta que llegara sábado. Se me hacía eterno. Luego dejé de metérmelo  por la nariz con coca, porque salía muy caro, y para sentir más machín el efecto, comencé a fumarlo puro el cri cri y, así, sin maliciarla, me fui clavando en ese rollo, y para cuando me cayó el veinte, ya estaba bien hundido en la mierda esa… junto con la necesidad de la droga, llegaron los problemas; me corrían de todos los trabajos y de todas partes, comencé a robar descaradamente, caí al bote, se me chingaron los dientes, me salieron unas pinches ojerotas bien gachas, manchas por todas partes, ya no veía bien, todo el día andaba bien paranoico, me dolía todo el cuerpo y lo sentía pesado, pesado, y tenía que volver a fumar para sentirme bien.

Ya no pensaba en otra cosa que fumar, andaba todo tembloroso y sin poder dormir, tenía que fumar más. Terminé en los puros huesos. Mi vida era un desastre total; todo estaba de la chingada, bueno, casi todo, porque por ese tiempo conocí a la que ahora es mi esposa, una mujer muy buena y cariñosa que me aguantó mucho; me acuerdo que la veía llorar todo el tiempo, y sé que quedó lastimada con todo lo que le hice pasar; y luego, ya bien fumado, me convertía en una bestia sexual y la pobre aguantando toda mi rudeza.

 Luego salió embarazada dos veces y tuvimos dos hijas; temo que hayan nacido con la debilidad por la droga porque cuando “las hicimos” eran mis tiempos de adicción pesada. Ahí veía a mis hijitas acostadas en un cuarto muy pobre, pero yo me bloqueaba el cerebro para que no me importara y salir a drogarme otra vez. Me sentí mal y lloraba por ser tan mal padre, pero no podría contra el vicio, hasta que un día mi esposa, porque nos casamos por la iglesia, ella es mujer de familia, me dijo que si no cambiaba me iba a dejar y no vería más a las niñas, y me contó que se había enterado de que en Ciudad Reynosa, Tamaulipas, había un centro de recuperación muy bueno, que me internara, y así lo hice, aunque entraba y salía del centro con las recaídas, hasta que un día me llegó la salvación de Dios; fue Dios que me salvó, junto con mi esposa y el grupo doble A. En ellos me sostengo. Ya tengo nueve meses limpio de drogas y alcohol, pero no canto victoria, porque sé que en cualquier momento puedo caer; uno queda marcado para siempre cuando se mete tan fuerte en el vicio; me da mucho miedo, pero voy a seguir luchando para no caer. Al que me violó, ya lo perdoné; quería matarlo, pero, en realidad soy bueno, y mejor lo perdoné.

“Maldigo mis temblores, y hasta yo solo me saco la vuelta, el terror me estremece, odio mi propio aroma, ya sé dónde debo estar, debo estar en el infierno” , Lou Reed

Jesushuerta3000@hotmail.com