Ante las cosas en el PRI

El deslinde de Beltrones

Por: Gerardo Armenta

Las cosas en el PRI no pintan del todo bien al paso de los días. O del tiempo. Aunque bajo cierta clase de vistazo podría suponerse que no es así. Sus mandos actuales pueden sentirse tranquilos, si bien cabe añadir aquí una pertinente y muy claridosa recomendación que a la letra dice algo así como “dentro de lo que cabe esperar”. Esta es una expresión más o menos recurrente con respecto a hechos y situaciones que primero habría que examinar en su cabal expresión o significado.

Cuando se ponen manos a esa particular obra bajo el propósito de entender lo que está ocurriendo en un contexto como el anterior, no puede negarse que las cosas en el PRI se han venido descomponiendo de una manera muy llamativa o notoria. El más reciente episodio al respecto ha tenido que ver con el deslinde que el senador Manlio Fabio Beltrones marcó frente al mando actual del partido tricolor. Debe quedar claro que el asunto es en relación con la jerarquía partidista. Por lo demás, deslinde no quiere decir renuncia en ningún ámbito donde quiera que ocurra. Prácticamente significa un alejamiento personal rotundo o contundente, aunque quizá bastaría con el término a secas para entender su significado.

A la luz de ciertas evidencias, cabría pensar (equivocadamente, por cierto) que en ese contexto partidista del que se habla no hay razones que induzcan a la preocupación de nadie. Es así porque recientemente el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, avaló decisiones significativas y controvertidas de una asamblea nacional priista. Dos de éstas, por ejemplo, llamaron sobremanera la atención pública: la permanencia en el cargo del actual dirigente nacional y el establecimiento de un mecanismo de reelección del líder partidista hasta por dos periodos. El tribunal respectivo dijo que no había problema con estos acuerdos de asamblea. Pero sí lo hubo y lo hay.

La prueba está en que, por más que se diga lo contrario, parecería que un partido como el PRI ha extraviado el rumbo. Carente de figuras o personalidades de tronío (como suelen escribir los buenos columnistas políticos y no los aprendices como uno), enfrenta el tiempo de la llamada transformación con desgano hasta verbal y sin mayor práctica partidista de por medio. En un contexto así, Beltrones prefirió alejarse de su partido sin llegar al extremo de la renuncia como militante. Para el reconocido político sonorense el tricolor está hoy a la deriva y carece de futuro y congruencia. En la brevedad de sus términos, esta definición se advierte demoledora y contundente, como lo es evidentemente.

Un partido político no puede sobrevivir mucho tiempo a la deriva. Es más, hasta podría pensarse que, llegado a esa terrible situación vivencial, prácticamente podría entenderse que ha dejado de existir o está a punto de que le ocurra esa fatalidad. ¿Tal podría ser el caso del PRI? Quizá no tanto. Pero ha de ser obvio que ningún partido político en el mundo puede lograr sus fines estando a la deriva, sin congruencia y sin futuro. Con estas características, quizá sería mejor preguntar qué hace o cómo sirve a sus propósitos un partido que esté como portador de esas definiciones. La respuesta por sí misma tiene que ser más que obvia, como así ocurre en el caso de que se habla.

Es probable que en el PRI hayan escogido el peor momento para que se produzcan episodios como el suscrito por Beltrones. Ahora sí que cabría suponer o dar por cierto (lo que ocurra primero) que un partido político no está para que le sucedan diferendos severos o irreconciliables entre quienes forman su militancia. Se supone que en un contexto como el aludido los pleitos tendrían que ser con los adversarios. Pero está visto que la actual dirigencia priista tiene otras motivaciones o formas de entender la política.

En parte por eso seguramente es que el tradicional esquema partidista en que se ha hecho la política en un país como el nuestro, está hoy por hoy en una severa y al parecer insalvable crisis sin regreso. No en balde, entonces, partidos enteramente señeros como fueron el PRI y el PAN viven hoy conflictos (o enfrentan naufragios, mejor dicho) de los que difícilmente podrán salir ilesos. A nadie le gusta ser pájaro de mal agüero, pero los hechos de que se habla están a la vista pública.

Por eso, si un político priista de la talla de Beltrones (como ya ha ocurrido con otros más de su misma relevancia), decide marcar distancia temporal con respecto a la dirigencia de su partido, ello tiene que significar por fuerza que en ese conglomerado político las cosas no andan del todo bien. Beltrones dijo que la dirigencia priista ha dejado de ser la de los ideales de democracia y justicia e inclusión y renovación; “esa actitud le hará más daño al PRI”, dijo. Es cierto.

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