Nuevos socios comerciales
Por: Gerardo Armenta
Es evidente que no todo está perdido de manera irreversible en la discusión arancelaria de hoy. Resultaría muy desproporcionado plantear así los hechos. Sí: existen plazos y condiciones. Por supuesto que la que se comenta no es una circunstancia a la que deba otorgársele un cálido reconocimiento y felicitar a su entusiasta promotor norteamericano. Nada de eso. Lo que habría que hacer es todo lo contrario, sin duda.
Aunque tampoco sin llegar a los extremos de perder de vista todo lo que comercialmente se ha puesto en juego entre México y Estados Unidos, con la parte más gravosa para un país como el nuestro. El presidente Donald Trump se encontró una especie de juguetito diabólico o perverso con el sistema de aranceles susceptible de aplicarse, incluso a países con los que el suyo tiene vigentes acuerdos comerciales de gran monto. Curiosamente, tal es el caso inmediato con México y Canadá.
Como bien se sabe en estas altas alturas, tal es a grandes rasgos el meollo de esta cuestión. A la mala, Estados Unidos quiere cobrar a sus vecinos por seguir haciendo comercio y reponerse así de pérdidas y abusos que su rijoso mandatario no deja de esgrimir. Reconforta que el asunto no haya llegado todavía en estas alturas a niveles dramáticos con la anunciada aplicación de aranceles. Pero esta es una eventualidad cierta o latente que nadie puede soslayar, si a la hora de la hora, los hechos dependen de la decisión de un personaje tan volátil, pleitista y ofensivo como el presidente del país vecino.
Reitérese el factor de llana complejidad de la situación que se ha configurado en un marco como el descrito. El problema es que un país como el nuestro (ningún otro en realidad), no puede ni debe estar atenido a los humores simpáticos o rencorosos de un poderoso mandatario a la hora de que asume tomar decisiones. Por eso, la disyuntiva de México no puede ser más que una, por más que asombre por su aparente sencillez
En efecto, bajo una circunstancia en la que la polémica de los aranceles ya no tenga regreso, un país como el nuestro debe diversificar los mercados para sus productos. Para ello debe buscar nuevos socios comerciales que influyan para que de esta manera no depender tan fuertemente del vecino del norte. Así lo dijo, con notorio buen juicio, Arturo Fernández Díaz González, presidente de Sonora Global.
Planteó una gran verdad que suele expresarse en términos coloquiales: "El país –dijo- no debe poner demasiados huevos en una sola canasta en el tema del comercio internacional". Señaló que así ocurre en el momento actual en el que se había pensado que, al existir un tratado comercial con Estados Unidos, no se tendrían esta clase de riesgos. Hay que reconocer que, ciertamente, eso es lo que se pensaba generalizadamente en un país como el nuestro. Pero hoy debe advertirse que no había razón para apuntalar esa actitud.
Díaz González aportó datos interesantes (e inquietantes) con respecto a la situación que se comenta. Definió que, de producirse una guerra arancelaria con Estados Unidos, el mayor riesgo "seguiría siendo para nuestro país". No podría ser de otra manera, ya que la economía mexicana depende hoy por hoy el 34 por ciento del renglón de las exportaciones. De ese total de exportaciones, 80 por ciento es a Estados Unidos. Con esos porcentajes a que se alude, queda o pudiera quedar dicho todo al respecto en relación con la materia que se comenta.
En la contraparte, Díaz González dijo que la economía norteamericana depende sólo un 7 por ciento de las exportaciones, del que únicamente el 17 por ciento llega a nuestro país. Estos porcentajes notifican la existencia de un gran mercado interno, que debe ser visto como una notable riqueza para todo país que logre consolidarlo.
Apreciaciones como las anteriores revisten un particular o subrayado interés en una coyuntura como la que hoy singulariza a México y Estados Unidos, junto con Canadá. Bien vistas que sean estas expresiones como las anteriores, es evidente que, la acción que más pronto tendría que aplicarse por parte de nuestro país, es la que tiene que ver con la diversificación de mercados y la búsqueda de nuevos socios comerciales. La discusión por los aranceles (todavía sin concluirse del todo) debe servir también para que, planteamientos como los anteriores, empiecen a ser vistos con otros ojos en un país como el nuestro. Esta tiene que ser la actitud en los tiempos inmediatamente por venir.
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