Ante el día de la Verdad

La jornada comicial de este día tiene una gran importancia como expresión democrática de un país como el nuestro...

Por: Gerardo Armenta

Es probable que resulte un tanto exagerado o dramático afirmar que por fin llegó el día de la verdad. Quizá deba ser más simple, y sin asomo de emoción histriónica, postular que hoy es día de elecciones en un país como el nuestro. Porque tal es la singularidad de este domingo 2 de junio del año en curso. Aunque debe ser quizá obligatoriamente propio reconocer la magnitud o tamaño de esta jornada entre otras razones por el número de cargos públicos de mandato popular que estarán en juego a lo largo de la jornada de este día.

Bien se sabe, por ejemplo, que la contienda de más elevado rango electoral de este día, es la que tiene que ver por la Presidencia de la República. De allí parte un entramado comicial que concierne a la elección de diputados y senadores, gobernadores (ocho), la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, alcaldes, regidores y diputados locales. En las elecciones de este día se votará ni más ni menos que por 19 mil 746 cargos. Prácticamente esta podría ser casi una buena parte de todo el abanico electoral propio de un sistema político como el nuestro.

Por eso, de algún modo, un proceso comicial como el de este día es o tendría que ser motivo de júbilo por la dimensión de su trazo, el cual se organizó y se puso en práctica con apego a una eficiencia institucional y práctica que es propio reconocerle al Instituto Nacional Electoral, a pesar de las dificultades operativas que debió enfrentar en meses recientes por la renuncia de directores de área y subdirectores. En la víspera, el INE prácticamente se declaró listo para hacer las cuentas electorales que le conciernen, las cuales sustentarán victorias y derrotas en el contexto del mecanismo que se llevará a cabo el día de hoy.

En una aproximación a las singularidades de una jornada electoral como la que se comenta, no puede ignorarse el clima social en que se desarrollará en algunos estados del país, donde por desgracia la violencia será por igual un riesgo o amenaza latente o una cruda realidad. Es preciso no ignorar esta realidad. No en balde la Confederación Patronal de la República Mexicana llamó la atención sobre los hechos de violencia que se han ejercido contra políticos y candidatos. Este ha sido un clímax sorprendente o insólito. Lo que sorprende es la forma en que ciertamente creció en varias latitudes del país en agresiones directas contra protagonistas políticos.

Al final, sin embargo, no puede olvidarse que la jornada comicial de este día tiene una gran importancia como expresión democrática de un país como el nuestro. Acudir a las urnas representa una de las formas más precisas de entender o asumir un esquema democrático políticamente viable en su funcionamiento. Tal debe ser una de las primeras grandes ventajas de una organización social, donde la ciudadanía dispone de la certeza y la garantía de expresarse libremente en las urnas. Una realidad de esta naturaleza debe cuidarse con el fin de preservarla de los riesgos o amenazas que acaso pudieran perturbarla, como ha ocurrido y ocurre.

Por lo demás, debe reconocerse que no en balde las elecciones de hoy han sido catalogadas como las más grandes en la historia del país. De aquí su relieve o significación. Sin duda hay riesgos de por medio en un proceso masivo o ciudadano de esta naturaleza. Por eso ha de resultar más esperanzador que el día de hoy se produzca un copioso registro de votantes en las casillas electorales ubicadas en todo el país, o en casi todo el país. Con sus altas y bajas, la reciente campaña electoral llevada a cabo demostró que es posible hacer bien las cosas en un contexto como el que se aborda con estos renglones.

De una u otra forma, hoy se cumplirá una etapa importante para el país que tendremos en el futuro inmediato. Esta es una premisa que no es posible ignorar. En México los ciclos políticos o administrativos son sexenales. Las elecciones de hoy son la puerta para que empiece a vislumbrarse esa nueva etapa que inicia cada seis años en un país como el nuestro. Suele decirse que pensar en el futuro es algo que siempre tiene que asumirse con optimismo y confianza. Tal parece ser una buena clave existencial propia y colectiva.

Así es como se valdría empezar a cuadrar práctica o filosóficamente un mecanismo electoral como el que hoy tendrá lugar, sin perder de vista la responsabilidad ciudadana que obliga a formar parte de su realización a lo largo de la jornada dominical respectiva, la cual cabría esperar concurrida, mientras son peras o manzanas, dicho sea, con elegancia democrática. Habrá que esperar los hechos de la jornada. Un momento interesante. Sin duda...

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