Este episodio marcó para siempre la forma en la que se estudian las sectas y los peligros de los líderes que se autoproclaman salvadores
Por: Brayam Chávez
Lo que comenzó como un proyecto utópico, con la promesa de igualdad y fraternidad para todos, terminó convirtiéndose en una de las tragedias más estremecedoras de la historia moderna. Jim Jones, un predicador con un carisma innegable, fundó lo que llamó el Templo del Pueblo.
Su visión era crear una comunidad en la que no existieran diferencias por raza, género o condición social. Ese sueño, sin embargo, desembocó en el suicidio colectivo más grande jamás registrado: más de 900 personas perdieron la vida en un mismo día en lo que se conoció como la masacre de Jonestown.
LOS ORÍGENES DE JIM JONES
Jim Jones nació en 1931 en Indiana, Estados Unidos, en una familia marcada por la pobreza y la enfermedad de su padre, veterano de la Primera Guerra Mundial. Desde pequeño mostró una obsesión por la religión y, más adelante, por los líderes autoritarios como Hitler y los dictadores comunistas. Esta mezcla de ideologías terminó moldeando su carácter, obsesionado con el poder, el control y el adoctrinamiento.
Durante su juventud, encontró en la Biblia y en el comunismo sus grandes pilares. Predicaba la igualdad racial y atrajo a miles de seguidores afroamericanos en una época en la que la segregación era brutal en Estados Unidos. Su magnetismo lo llevó a fundar su propia congregación: el Templo del Pueblo, que en pocos años logró reunir a miles de fieles.
EL TRASLADO A GUYANA Y LA CREACIÓN DE JONESTOWN
Huyendo de las críticas y de las investigaciones en Estados Unidos, Jim Jones decidió trasladar a su comunidad a Guyana, en Sudamérica. Allí arrendó un terreno selvático donde levantó Jonestown, un poblado que prometía ser un paraíso de justicia social y convivencia.
La realidad, sin embargo, era muy distinta. Los habitantes vivían en condiciones precarias, con largas jornadas de trabajo bajo temperaturas sofocantes y escasa alimentación. Los castigos eran frecuentes, los intentos de huida eran reprimidos y todos estaban bajo la vigilancia constante de Jones y sus guardias armados.
LA MANIPULACIÓN PSICOLÓGICA
Jones sometía a sus seguidores a un adoctrinamiento constante. Sus discursos se transmitían día y noche por altavoces en todo el poblado.
Además, realizaba simulacros de suicidio colectivo, llamados "noches blancas", en los que pedía a los miembros beber un líquido que supuestamente contenía veneno. Aunque en esos ensayos no había consecuencias mortales, reforzaban la lealtad y el control absoluto que ejercía sobre ellos.
LA VISITA QUE DESENCADENÓ LA TRAGEDIA
En 1978, tras las denuncias de familiares preocupados, el congresista estadounidense Leo Ryan viajó a Guyana para investigar lo que ocurría en Jonestown. Aunque al principio fue recibido con cordialidad, varios miembros aprovecharon la visita para entregar notas pidiendo ayuda y suplicar salir del lugar.
Ryan y un grupo de desertores intentaron abandonar Jonestown, pero fueron emboscados en un aeródromo cercano. El congresista y varios acompañantes fueron asesinados por los guardias de Jones.
EL SUICIDIO MASIVO EN JONESTOWN
Convencido de que ya no había salida, Jim Jones reunió a más de 900 seguidores en el pabellón central. Ordenó preparar grandes recipientes con una bebida mezclada con cianuro y barbitúricos. Lo que antes eran simulacros, esta vez se convirtió en una orden mortal.
Los primeros en morir fueron los bebés, a quienes les administraron el veneno con jeringas. Después, adultos y ancianos bebieron el líquido entre llantos y gritos. Algunos lo hicieron creyendo que sería un nuevo ensayo; otros, bajo la presión de hombres armados que impedían escapar.
En total, 913 personas perdieron la vida aquel 18 de noviembre de 1978, en lo que pasó a la historia como la masacre de Jonestown. Jim Jones también murió, aunque no por envenenamiento, sino por un disparo en la cabeza, probablemente autoinfligido.