Después de 17 años, la banda de rock británica volvió a México con un concierto cargado de nostalgia, emoción y reconciliación. Los hermanos Gallagher hicieron vibrar a más de 60 mil asistentes en el Estadio GNP
Por: Susana Rodríguez
La espera de casi dos décadas llegó a su fin. Oasis volvió a los escenarios mexicanos con un concierto que quedará marcado en la memoria de más de 60 mil asistentes en el Estadio GNP, como parte de su "Oasis Live ´25 Tour".
Con un gesto que simbolizó reconciliación, los hermanos Noel y Liam Gallagher aparecieron tomados de la mano, levantando los brazos frente a un público que estalló en júbilo ante la histórica postal.
La pantalla gigante dividida en secciones mostró titulares que recordaban la reunión de los Gallagher, como si se tratara de un preludio cinematográfico antes del gran reencuentro.
El inicio no pudo ser más simbólico: "Hello" resonó en el estadio, con el coro "It´s good to be back" coreado por miles que celebraban el regreso de la agrupación británica después de su última visita en 2008.
"¡Viva México!", gritó Liam al micrófono, provocando una ovación ensordecedora.
Relajados en el escenario, los hermanos mostraron complicidad: Liam, con su habitual estilo rockero de chamarra negra, lentes oscuros y pandero en mano; Noel, concentrado en su guitarra, vestido de negro y acompañado por una figura peculiar detrás de él: un maniquí con sombrero de charro azul marino.
HIMNOS Y EMOCIONES COMPARTIDAS
El repertorio recorrió la historia de la banda con momentos explosivos y emotivos. "Morning Glory" iluminó el escenario en blanco y negro, "Some Might Say" explotó con gráficos multicolores, y "Bring It On Down" tiñó el ambiente de morados y rojos intensos.
La energía bajó en piezas más íntimas como "Half the World Away", pero pronto regresó con "Little by Little" y la nostálgica "Stand by Me", que arrancó lágrimas y abrazos entre los asistentes.
Los himnos llegaron uno tras otro: "Rock ´n´ Roll Star" encendió la euforia colectiva, mientras que "Wonderwall" se convirtió en un momento mágico, con pantallas transformadas en un muro de maravillas que proyectó mariposas, rostros y objetos que evocaron el espíritu noventero de la banda.
El cierre fue apoteósico con "Champagne Supernova", acompañada de imágenes de paisajes, globos aerostáticos y una puesta de sol que selló una noche histórica.
El regreso de Oasis a México no fue solo un concierto: fue una reconciliación pública, un reencuentro con su historia y una celebración compartida con miles de fans que, después de 17 años, finalmente pudieron gritar junto a los Gallagher que la espera valió la pena.