Por: Eduardo Sánchez
Cumbre Tajín jamás ha perdido su esplendor, porque más allá de posibles etiquetas que pueda tener al ser, al fin y al cabo, un espacio de consumo, nunca ha dejado de integrar a los protagonistas de la historia: los verdaderos totonacas, habitantes de esta tierra que guardan en su interior las enseñanzas de sus ancestros.
El Nicho de la Sanación jamás pasará de moda porque la gente siempre buscará una cura para sus males y siempre habrá alguien que ofrezca sus saberes para lograrla, pero espacios como aquel que ofrece vivencias de realidad virtual sí representan una actualización de la reunión anual, por mucho que se sustente en la identidad indígena, pues sirven como nueva plataforma para exponerla.
De igual manera, el Nicho de la Música se ha ido conformando como ese espacio recurrente donde se puede disfrutar de una acústica buena y un sonido excelente, así llueva o se sienta tremendo calorón.