Por: Eduardo Sánchez
En sus manos la materia inanimada parece cobrar vida. Está ahí la pupila dilatada de David Bowie, el bigote de José Clemente Orozco, la sonrisa afable de Guillermo del Toro, las uñas en cada uno de los dedos de los pies del Papa Francisco.
Orozco Loza, en cambio, transforma la materia primero haciendo un molde en plastilina y luego trabajando con silicona.
Después de realizar talleres artísticos, cursó una licenciatura en escultura en Guadalajara, Jalisco, el mismo lugar en donde abrió su estudio.
Gian Lorenzo Bernini, Auguste Rodin y Jean Baptiste Carpeaux son los artistas que han influido en el trabajo de Orozco. Los rasgos en los rostros, por ejemplo, recuerdan las expresiones de las obras de Carpeaux.
A Orozco Loza le interesó la escultura hiperrealista “por su complejidad y por ser un arte más puro y difícil de reproducirse en masa”; también por la dificultad de representar una idea tridimensional.
Y es que, para realizar obras como éstas, se necesita ser especialista en cada uno de los procesos que conlleva.
Después de concebir la idea, el artista hace un modelado en plastilina a escala final, se detalla la textura de la piel, luego se elabora un molde, se hace un vaciado en silicona que vuelve a detallarse.
Viene entonces la pintura “a base de 16 veladuras, aproximadamente, de color para la apariencia de piel, injertar cabello”, explicó.
Finalmente se hacen los ojos y la ropa con materiales como resina, madera, bronce o mármol.
Hasta ahora, Orozco Loza ha realizado 11 esculturas hiperrealistas entre las que se cuentan las de personajes como Frida Kahlo, el pintor José Clemente Orozco, David Bowie, Juan Gabriel, el Papa Francisco y Guillermo del Toro.
Su obra ha sido expuesta en museos y adquirida por coleccionistas de arte. Algunas de sus piezas se encuentran en Italia, Reino Unido, Argentina, Austria, México y, próximamente, Mónaco.