Síndrome del niño emperador, una actitud que crece

A base de dedicar tiempo y atención a los hijos, se debe recuperar la importancia que los padres tienen como figura de autoridad, dice experto

Por: Raúl Esparza

El “síndrome del emperador”, o “niño mandón
”, es un trastorno caracterizado por el abuso de autoridad
que un niño tiene sobre sus padres
y hermanos, un fenómeno creciente en la sociedad que propicia adolescentes frágiles, débiles e intolerantes y sus efectos son trastornos conductuales incapacitantes para controlar su rebeldía y enfado ante respuestas negativas de un padre.

También conocido como Trastorno de Oposición Desafiante (TOD), que suele presentarse en niños de entre 11 y 18 años, aunque la edad de inicio es cada vez más temprana, la conducta se manifiesta en un aumento de denuncias por parte de muchos padres contra sus propios hijos, una problemática social que debe abordarse no solo en el ámbito familiar, explicó Joaquín Solorio Fuentes.

El psicólogo mencionó las señales que el niño con “síndrome del emperador” tiene, es que se vuelve caprichoso, impulsivo y explosivo; llega a manipular y a dominar a sus padres con rabietas, insultos y hasta agresiones físicas.

CÓMO SE IDENTIFICA A UN NIÑO EMPERADOR

Explicó que son intolerantes a la frustración, niños mandones, pequeños tiranos que no aceptan un no por respuesta, son totalmente intolerantes a la frustración y quieren que se satisfagan sus necesidades de forma inmediata, y no pueden ni quieren esperar.

Se vuelven desafiantes, ponen a prueba todos los límites sin aceptar ninguno que no sea el mismo que él impone a los demás, una inversión absoluta de los roles familiares en las que los padres obedecen y el niño manda, porque él decide qué, cómo y cuándo se hacen las cosas.

Es egocéntrico, mentiroso e impulsivo, con gran dificultad para desarrollar emociones morales como la empatía, la tolerancia, el respeto, la compasión, la culpa y otros.

Agrega que es agresivo, impulsivo y maltratador, manifiesta una importante ausencia de apego hacia los demás, que lo conduce a maltratar física o psicológicamente a sus progenitores, sin sentir ninguna culpa ni responsabilidad sólo para obtener lo que desea; además es materialistas y permanentemente insatisfecho con lo que tiene.

CAUSAS DEL SÍNDROME

Solorio Fuentes atribuyó que el miedo de los padres a llevarles la contraria puede llegar al maltrato, la agresión o violencia donde en muchos casos, el papá, la mamá o el familiar, acepta este tipo de conductas y su origen, está en que el padre es permisivo en demasía.

Social y familiarmente se culpa a los padres por no corregir a sus hijos en el momento apropiado o a su falta de límites y colmarlo de recompensas materiales. También hay temor a sus reacciones y no ponen límites ni normas por ceder a las demandas progresivas de sus hijos.

Sociedad materialista. El síndrome del emperador, además de tener una base biológica que explica estas conductas, aparece en sociedades desarrolladas como la nuestra, sociedad materialista, individualista y hedonista (que identifica el bien con el placer, especialmente el placer sensorial inmediato).

Propone que al perder la capacidad de educar, nos sentimos desorientados, desbordados ante los nuevos retos que nos supone enseñar, guiar y orientar a nuestros hijos. Por eso,dijo, es necesario que la familia, escuela y profesionales de la salud, así como otros agentes sociales y políticos, busquen el modo de poner freno a esta difícil situación en la que tantas familias se encuentran.

Resaltó que los padres con hijos únicos deben ser conscientes de la importancia de educar sin caprichos; que tener hijos únicos no quiere decir que sean o serán autoritarios, mandones, caprichosos o tiranos por el hecho de no tener hermanos, ono tener con quién compartir o pelearse por algo, sólo por ser el centro de la vida de sus padres.

CÓMO PREVENIR

El psicólogo explicó que de forma clara y firme, la disciplina en la educación es un ingrediente básico y muy importante. Lo malo, aclaró; hay que cortarlo desde la raíz. Los padres no deben aceptar ni permitir ofensas de cualquier orden, verbal o física. No deben tolerar el engaño ni la mentira. Deben definir bien los límites y exigirles su cumplimiento de forma siempre positiva.

Se tiene que enseñar al niño a controlar sus emociones, y no solo controlar, sino también a reconocer sus emociones. Agregó que no hay nada de malo en aburrirse y estar triste en algunos momentos, y los niños deben aprender que son sentimientos normales.

Al ser un ejemplo para los hijos, se debe fomentar el diálogo y la escucha entre todos, cultivar habilidades de respeto, de alegría, y de otros valores como la gratitud, la bondad, evitar gritos, amenazas y otras formas violentas de convivio en casa.

Solorio Fuentes destacó que se debe recuperar la importancia que los padres tienen como figuras de autoridad, lo que se consigue a base de dedicar tiempo y atención a los hijos.

De atender el deber de escucharles activamente, pero también de enseñarles a aceptar las normas y debatirlas si es preciso, pero siempre, desde el respeto hacia sí mismos y hacia los demás, porque la educación siempre será el mejor remedio contra los malos trastornos de conducta de los niños, porque, el síndrome del emperador, es un problema educativo que se puede evitar o corregir.