Por seguridad, los chatarreros ponen “aranceles” al fierro viejo

Por: Eduardo Sánchez

Operar un negocio dedica­do a la compra y venta de au­topartes usadas y chatarra es una tarea difícil, ya que se debe tener sentido común al momento de realizar una transacción, mencionó Jesús Basurto.


Por: Michel Inzunza

El propietario de Chata­rramex dijo que para evitar problemas con la ley y verse inmiscuido en la posible com­pra de productos robados, se ha optado por poner canda­dos a la adquisición de chata­rra y fierro viejo.


Además de aplicar el cri­terio, a cada proveedor se le solicita la credencial de elec­tor y no se comercializan productos que sean propie­dad de Teléfonos de México (Telmex), Comisión Federal de Electricidad (CFE), de Organismos Operadores de Agua Potable, Alcantarilla­do y Saneamiento, ni de fe­rrocarriles.

Como ejemplo, dijo, si al­gún cliente desea vendernos un “gato hidráulico” y vemos que tiene finta de indigente y no tiene carro, no se trata con él.

Mediante la credencial de elector se tiene un regis­tro del vendedor y, en caso de que se haya recibido un producto supuestamente ro­bado, es fácil ubicar al res­ponsable.

Chatarramex sólo ad­quiere autopartes usadas a cuatro talleres, dos de ellos son agencias automotrices y dos son aseguradoras, in­formó.

“Dichos establecimientos, al igual que nosotros, no pon­drán en riesgo sus empleos por comercializar mercan­cías robadas; fuera de eso no compramos autopartes”, ma­nifestó.

En una ocasión, dijo, un mecánico vendió partes de un motor que realmente no servían y a los días el pro­pietario del auto acudió y amenazó con llamar a la Policía.

Fue necesario devolver las piezas inservibles, aun cuan­do no existía una denuncia de por medio. Afortunada­mente, la mamá del supuesto afectado devolvió el monto que se había pagado, canti­dad que no ascendía a 300 pesos.

De igual manera, un gru­po de indigentes amagó a uno de los empleados con un des­armador cuando éste se negó a aceptarle cable de cobre.

En otro caso, empleados de una empresa, plenamente identificados, ofrecieron unos tubos. La venta se realizó y a los días, un plomero asegu­raba que la mercancía era de él.

En esa ocasión los vende­dores mostraron su identifi­cación y se solicitó al supues­to afectado que acreditara la propiedad de los tubos, con lo cual no cumplió.

El negocio se presta para que un tercero venga y re­clame mercancía, con el ar­gumento de que era de su propiedad y fue robada, di­fícilmente tendríamos como defendernos, añadió.

Además, la empresa está regulada por la Procuradu­ría Federal del Consumidor (Profeco), Salubridad y otras instancias, dijo.

La empresa está consoli­dada y tiene una gran inver­sión en su infraestructura, por ello no se expondría a comprar mercancía robada, reiteró.