Como profesionales son excelente, pero como seres humanos imprimen ese toque especial que hace que la quimio no sea tan difícil
Por: César Leyva
En el Hospital General Regional No. 1 del IMSS en Ciudad Obregón, Sonora, dos enfermeras se han convertido en pilares emocionales y profesionales para niños, niñas y adolescentes que enfrentan el duro proceso de la quimioterapia: Lupita Núñez y Benita Lazcano.
Ambas forman parte del equipo de oncología pediátrica y, además de aplicar tratamientos complejos, brindan a cada paciente algo más que atención médica: les dan cariño, empatía y una sonrisa que aligera el miedo.
UN TRATAMIENTO CON AMOR Y HUMANIDAD EN CADA TURNO
Benita, en el turno matutino, y Lupita, en el vespertino, han logrado transformar la sala de quimioterapia en un espacio más cálido y humano. Cada niño es recibido con ternura y atención personalizada, les preguntan su película favorita y la proyectan durante su tratamiento, creando un ambiente más llevadero y hasta acogedor.
Aplicar una vía para administrar quimioterapia suele ser uno de los momentos más difíciles para los pequeños, pero ambas enfermeras tienen la sensibilidad necesaria para hacerlo con delicadeza y paciencia, reduciendo así el estrés de sus pequeños pacientes y sus familias.
LUPITA NÚÑEZ: 13 AÑOS DE AMOR EN ONCOLOGÍA PEDIÁTRICA
Con casi 13 años de experiencia en oncología infantil, Lupita recuerda con emoción a cada niño que ha atendido. Aunque admite que al principio tenía miedo de trabajar en esa área, hoy no se imagina en otro lugar.
"Recuerdo que al inicio yo no quería estar aquí, me asustaba el servicio y aquí sigo. Tratando de hacer las cosas con mucho amor", comparte con la voz entrecortada. La satisfacción de ver mejorar a sus pacientitos la impulsa a seguir cada día.
Mayra Alejandra Jiménez, madre de Daret, un niño que enfrentó el cáncer en 2015 y 2016, recuerda el consuelo que encontraba al saber que Lupita cuidaba de su hijo: "Uno hasta se quedaba tranquilo al saber que personas como ella estaban al cuidado de nuestros hijos".
BENITA LAZCANO: OCHO AÑOS ACOMPAÑANDO A VERDADEROS GUERREROS
Benita lleva ocho años en el área, y en este tiempo se ha ganado el corazón de los niños y sus familias. No solo es enfermera, también es consejera, amiga y figura materna para muchos de sus niños.
"Cuando se estudia enfermería no hay una materia que prepare para lo que se vive aquí. He aprendido a manejar la empatía y elegir bien las palabras con los niños y sus papás", explica.
Para Benita, la mayor satisfacción es ver a sus pequeños salir victoriosos. Pero también ha tenido que enfrentar despedidas difíciles, pues muchas veces acompaña a los niños durante meses o incluso años.
MÁS QUE ENFERMERAS: ÁNGELES DEL IMSS EN CIUDAD OBREGÓN
Lupita y Benita no solo son profesionales capacitadas, son también un símbolo del lado más humano del Instituto Mexicano del Seguro Social. Su trabajo ha sido descrito por muchas familias como una bendición: "ángeles que Dios puso ahí para sanar con medicinas, palabras y amor".
Aunque no han recibido un reconocimiento oficial por parte del IMSS, el mayor premio está en los abrazos sinceros de los niños que atienden y en la gratitud eterna de las familias que han acompañado.
UN LLAMADO A RECONOCER AL PERSONAL QUE HUMANIZA EL SISTEMA DE SALUD
Historias como las de Lupita y Benita nos recuerdan que detrás de cada tratamiento médico hay personas comprometidas con su vocación. El IMSS tiene grandes fortalezas, y entre ellas destacan sin duda el profesionalismo y la calidad humana de su personal de enfermería.
Ojalá pronto las autoridades reconozcan el trabajo de quienes, como ellas, no solo aplican tratamientos, sino que sanan con el corazón.