Don Tomás González: El incansable zapatero de 70 años de Ciudad Obregón

La perseverancia y dedicación mueven la vida de Tomás, ejemplo de un comerciante cajemense

Por: Román González

La falta de oportunidades, la baja economía, el cansancio físico o enfermedad son solo algunos de los pretextos que llenan la falta de voluntad y deseo de seguir adelante, palabras que han sido un consuelo para quienes dan un paso a un lado, palabras que para Don Tomás González no existen.

A sus 70 años de edad, Don Tomás acude a su establecimiento de reparación de calzado ubicado en el callejón República de Bolivia casi esquina con Galeana, siempre dispuesto a recibir a cualquier cliente, sin importar que el clima o las enfermedades le dificulten ir a trabajar.

"Siempre hay que abrir, imagina si cerramos porque no viene la gente, la poca clientela que llegue a venir con un calzado se va a ir a otra parte, uno como comerciante no debe de desatender su negocio, hace tiempo me operaron del hígado y así con mi panza abierta yo venía a trabajar, con la fe que no se abriera por donde me sacaron el hígado y ya no más a los tres días me venía a trabajar con los calorones", compartió Don Tomás.

El incansable trabajador, de oficio zapatero, explicó que aun cuando su negocio de reparación de calzado lo tiene desde hace 16 años, él trabaja desde los 24 años, por lo cual con 50 años de experiencia ha dedicado más de la mitad de su vida a ejercer este noble oficio.

"Yo aquí con los demás zapateros trabajé muchos años y muchos se murieron, otros se fueron y así, y eso ya no existe, yo pude vender mi trabajo, pudiendo tener un negocio para no trabajarle a nadie y ganar para uno, no digo que muy bien, pero se saca para comer más o menos", relató.

Del mismo modo, tras tomarse su medicamento, explicó la importancia de mantener la mente y el cuerpo ocupado, argumentando que aun cuando existen épocas más difíciles para la economía, no deja de mantenerse productivo.

"Me dedico a esto nada más, y cuando no hay chamba aquí, que es normalmente es en julio, agosto y septiembre, pues ahí en la casa a ver qué hago, una silla, una mesa, pero no para venderla, sino que y hay gente que me ve y me piden que se las venda, o algunos trabajos de lo que se atraviesa, nomás que aquí gracias a Dios, todo el tiempo he tenido trabajo", puntualizó.

Finalmente, resaltó la importancia de que, sin importar la edad, todo comerciante debe de atender su negocio y hacerlo con el mismo cariño y dedicación como el primer día, por lo cual invitó a la ciudadanía a acudir a conocer su trabajo, recordando que mantiene precios accesibles para que la clientela siempre vuelva y asegurando que cada trabajo lleva su máximo esfuerzo.

"La situación de los que trabajamos en este oficio es cada vez más difícil, porque es menos la gente que nos busca, por eso debemos de esforzarnos más y mantener a nuestra clientela, yo estoy todos los días, y cuando me voy se queda mi hijo quien decidió seguir la tradición", finalizó."