Por: Redacción
Por: Oviel SosaComo si fuera un acto propio de un circo, pero el entorno es distinto, no hay carpas ni gradas, dos jóvenes proyectan su talento con la finalidad de obtener unas monedas por parte de los automovilistas que hacen alto y observan el espectáculo urbano que brindan.
El semáforo en luz roja indica su salida a escena, su plataforma es la vía pública y su punto de trabajo se localiza en la calle Guerrero esquina con California.
Jesús, quien dijo tener 26 años de edad, sostiene un tubo con su boca y en el otro extremo pone un balón de futbol que gira, mientras hace malabares con las clavas.
A un lado de él se pone Víctor, el cual comentó tener 29 años de edad, quien toca con armonía el tambor y realiza canticos que le ponen ritmo al número que ejecuta su compañero.
En diferentes cruces de la ciudad, sobre todo en aquellos concurridos es común ver a individuos realizando distintas expresiones urbanas, siendo una actividad que se acomoda a la manera en la que perciben la vida, en la que comparten ideales basados en los principios de la anarquía porque se desplazan por la sociedad sin apegarse a un régimen que los restrinja en cuanto a normas, reglas y horarios, como es el caso de Jesús y Víctor, los cuales compartieron que se sienten libres al ejecutar lo que para ellos representa una acción en la que son dueños de su tiempo y de la cual se sostienen.