Por: Eduardo Sánchez
Ante esta situación, indicó, este Gobierno se ha comprometido a revertir esta injusta situación e impulsar una agricultura incluyente, sostenible y equitativa, que fomente mayor productividad por parte de los pequeños productores que viven en condiciones de marginación, y que son quienes aportan el 40 por ciento de los alimentos que consumimos.
Precisó que, por un lado, de las 5.4 millones de unidades económicas rurales, menos de un millón, equivalente al 18.7 por ciento, se dedican a la agricultura empresarial con grados muy diversos de competitividad y participación en el mercado.
Por otro lado, 4.3 millones de unidades económicas rurales, igual al 81.3 por ciento, tienen como característica la agricultura familiar mayoritariamente de subsistencia o autoconsumo (1,192, 029) o con limitada vinculación al mercado y en transición a las actividades empresariales (3,139, 105) y con ventas menores a los 100 mil pesos, detalló.
Detrás de esas cifras, añadió, se asoma el potencial productivo del campo mexicano, el cual constituye un efectivo punto de partida para su transformación, toda vez que los productores, de todo tamaño, son actores fundamentales de este cambio.
La participación integral de los productores contribuirá a un crecimiento económico del campo que garantice suficiente oferta interna de alimentos y materias primas agrícolas, a través de políticas diferenciadas, “con énfasis muy especial en el pago de la deuda social que tenemos con los campesinos de México”, subrayó.