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¿Plata o plomo?


Por: Jesús Huerta Suárez

¡Yo voy a ser policía! ¡Policía! Era lo que siempre respondía cuando me preguntaban que si qué iba a ser de grande. Casi todos los niños queríamos ser policías, o bomberos. Algunos decían que doctor, también. Y yo me hice policía.


Por: Jesús Huerta Suárez

En cuanto terminé la prepa me inscribí en la academia de la ciudad y de ahí hasta que me gradué y comencé a trabajar casi, casi en cuanto salí del colegio; con este porte y esas ganas que me cargaba no tardé en agarrar chamba.

Pasaron un par de años de servicio, me casé y tuve a mi primer hijo. Poco a poco fui viendo que no era nada fácil mi oficio. No solo por lo peligroso, sino por el ambiente laboral en que uno se desarrolla. Un ambiente muy tóxico, se podría decir.  Ahí me di cuenta que la inteligencia es la capacidad de adaptarse a los cambios. Las reglas, la gente, los malandrines, la familia, todo está siempre cambiando.  Así que no juzguen mis decisiones sin conocer mis razones.

Sí, ya no agarré más los libros porque no es más sabio el que más lee, sino el que mejor entiende y lo único seguro que uno tiene es la muerte, por eso no hay que tenerle miedo, pero de eso a que nos paguen tan mal, nos traten tan mal, no nos den equipamiento, andemos perreando siempre cien pesos y jugándote el pellejo, es demasiado.

En este oficio luego te das cuenta que hay tres formas de hacer las cosas: como usted cree, como ellos creen y como yo digo, y así me la he llevado todos estos años, y créame que me sobra quien me odie, pero nunca me falta quien me quiera.

Me queda muy claro que a mí me tendrán que matar de balas y no de miedo por eso cuando me dijeron ¿plata o plomo?, como a todos aquí nos preguntan alguna vez en la calle, yo dije plata, porque todos tenemos nuestro precio, solo hay que saber cuál es.

La decisión para ser un buen policía no siempre se puede tomar en relación a tus convicciones, si no que muchas veces la decisión entre ser agente y seguir vivo depende de lo que aceptes: plata o plomo.

No es tanto que seas bueno o malo, es la situación la que te orilla. Todo aquí así se mueve a sangre o fuego, es como en todos los imperios. Siempre recibes lo que das. Aquí, el que riendo la hace, llorando la paga, como dice el refrán, porque es cierto. Aquí no es como en el cielo en donde manda Dios, en las calles manda la plata y el plomo, y siempre hay quienes se creen Dios, y si dicen que un hombre muere, muere el mismo día.

Aquí los únicos que no nos abandonan cuando estamos mal y siempre contamos con ellos, son nuestra familia, es lo más importante de nuestra vida. Aunque la familia siempre termina siendo  nuestro talón de Aquiles… se hace nuestro punto más débil. La neta, para mí lo único importante después de mi mamá es la plata y las mujeres.

Los amigos se van yendo poco a poco; se van alejando, por eso hay que tener días malos para darte cuenta quién es familia, quién es amigo y cuáles son los verdaderos amores.

Hay que tener mucho cuidado en quién confías y le cuentas tus problemas, no todos los que te sonríen son tus amigos. No nos hagamos tontos, todo esto que nos está pasando es resultado de nuestras acciones, y no de nuestras intenciones. Se trata del peligro de estar vivos; a grandes riesgos grandes recompensas, porque lo bueno nunca es fácil y lo fácil nunca es bueno, así que ya sabes, todo en esta vida tiene solución, menos la muerte, qué quieres… ¿plata o plomo?

(En esta historia utilice muchos de los dichos de Pablo Escobar G.)