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Ni fu ni fa


La verdad amigos, sigo sin entender la dinámica, mejor dicho, la triste dinámica política en la que está inmerso este país que celebra su independencia pero sigue totalmente colonizado por su caos político, que hasta el momento ha sido el peor lastre que hemos cargado como nación, me refiero a una clase política y unos partidos que no se han cansado de hacerle daño a la patria, tanto por la corrupción y ahora hay que sumarle la profunda división en la que nos han sumergido.

La verdad amigos, sigo sin entender la dinámica, mejor dicho, la triste dinámica política en la que está inmerso este país que celebra su independencia pero sigue totalmente colonizado por su caos político, que hasta el momento ha sido el peor lastre que hemos cargado como nación, me refiero a una clase política y unos partidos que no se han cansado de hacerle daño a la patria, tanto por la corrupción y ahora hay que sumarle la profunda división en la que nos han sumergido.


Ahora, no es mejor que antes. Quizá hasta peor estemos, porque antes la gente se desentendía de la política en un grado superlativo, pero ahora el pueblo está inmerso en una batalla campal entre los que idolatran, sí, así como lee, idolatran al presidente de una manera enfermiza. Una fe ciega nunca antes vista, con todos los peligros que eso implica para la estabilidad y sobrevivencia del Estado de derecho que debe imperar en México. Ellos no creen que el primer mandatario, su caudillo, su pastor, su guía moral, su ¿mesías?, pueda equivocarse. Es perfecto en todo; a todo lo entiende; es un santo, tiene la verdad absoluta, es maravilloso, pero olvidan que el presidente es un mero mortal como todos los demás o, quizá, peor que los demás, porque tiene todo el poder, sin contrapesos, y con probables confusiones mentales, es decir, él mismo se la cree, pues la idolatría de millones hace más daño que la crítica.

Nadie puede negar, excepto una parte de los mexicanos soñadores, pero se percibe una cierta incapacidad intelectual, (hasta que se demuestre lo contrario), y se nota una excesiva vagancia mediática y largos, largos, colmillos políticos bien retorcidos tan hábiles como para llegar al poder a base de arcaicas ideologías y estrategias mercadológicas que convencen a muchos pero no a todos. Lo contrario, está por verse.

Y, por otro lado, están otros tantos millones de mexicanos que nada, absolutamente nada de lo que hace el Gobierno de la República y su presiente está mal. Son los polos opuestos, y mientras eso pasa, la nación se nos está yendo de las manos.

La oposición per se irracional, como la devoción adulterada, están totalmente fuera de control. No solo no estamos avanzando, sino que retrocedemos a pasos agigantados en los temas de interés general como son el desarrollo económico y social, la salud pública y la seguridad.

En estos rubros y muchos otros, hemos retrocedido hasta en 20 años de acuerdo a los expertos en el análisis de los que conocemos como los “datos duros”. La tendencia ya se tenía, pues con los malos gobiernos anteriores tampoco avanzamos mucho, pero ahora se le vino a sumar la pandemia, el caso es que mientras sigamos sin fu ni fa nada nos podrá salvar de un verdadero desastre social. Si el presidente, gabinete y partido político en el poder no demuestran ya, con hechos, que pueden rescatar al país de la ignominia y dejan de ver moros con trinchetes por todos lados, el Estado fracasará. Y, si los ciudadanos no logramos ser un contrapeso inteligente y propositivo, sin odios ni rencores, el pueblo fracasará. Estar en ni fu ni fa no augura nada bueno.