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Las redes del odio


Ahora, como nunca antes, he estado viendo que las redes sociales se han llenado de odio y resentimiento de unos contra otros y de todos contra todos, y esto no creo que sea resultado del encierro, la incertidumbre y el dolor que la pandemia que nos está atacando nos haya traído, esto se ya veía venir desde antes, pero el Coronavirus lo vino a detonar.

Ahora, como nunca antes, he estado viendo que las redes sociales se han llenado de odio y resentimiento de unos contra otros y de todos contra todos, y esto no creo que sea resultado del encierro, la incertidumbre y el dolor que la pandemia que nos está atacando nos haya traído, esto se ya veía venir desde antes, pero el Coronavirus lo vino a detonar.

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Las redes sociales se han convertido en una especie de súper carretera llena de baches, obstáculos que sortear, malos conductores y falta de señalamientos que al final se traducen en corajes y mentadas de madre al por mayor. Sí, las redes nos transforman en esas personas que todos detestamos. El navegar en las redes sociales suele sacar, como el alcohol, las cosas que solemos callar por falta de valor o porque las personas o instituciones contra las que vociferamos se encuentran lejos de nosotros, eso cuando das la cara, pero también hay millones tras la pantalla del ordenador criticando, burlándose, inventando, suponiendo y juzgando a los demás, por puro gusto.

"El odio es difícil de definir. Normalmente, cuando le preguntamos a una persona qué siente cuando odia nos suele hablar de animadversión, desprecio, asco. Es decir, una combinación de otras emociones negativas. Parecen juntarse para dar lugar a eso que llamamos y sentimos como odio". Lo expone, Ignacio Morgado, autor de "Emociones Corrosivas" y director del Instituto de Neurociencia de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Pero, nadie se libra de ofensas, a veces un simple comentario o punto de vista expresado de la manera más respetuosamente posible, puede desencadenar una retahíla de ofensas por parte de personas que parecen siempre estar esperando el momento para derrochar su desprecio.  Ahora, hasta las personas de quienes menos lo esperaríamos como los curas y gobernantes son provocadores al publicar ideas u opiniones radicales, cuando de ellos se esperaría mesura y sentido común. Lo mismo pasa con millones de mexicanos que odian a los gobernantes de todos los niveles y que aseguran desearlos golpear hasta matarlos. La cosa está que arde.

Y el odio no solo es por parte de personas, ahora también tenemos los famosos (ro) bots programados para atacar en conjunto en cuanto se les ordene por parte de sus patrones. Es triste, pero es la realidad.

Sabemos que este odio es resultado del miedo y la incertidumbre que, por lo general, provoca violencia, por lo tanto, parece que cada vez más gente tiene miedo; miedo a no poder generar los ingresos necesarios para subsistir dignamente, miedo de no encontrar a alguien que te quiera, miedo a que las costumbres que despreciamos o no entendemos se hagan comunes entre nuestro entorno, miedo a que nuestras pesadillas se hagan realidad, miedo a que gane el equipo que no queremos y miedo a que llegue al poder quien detestamos.

Pero ¿qué hacemos para no ser víctimas del odio en las redes sociales? Podemos ser respetuosos, no querer imponer nuestras ideas, abrir nuestra mente, ser empáticos, no caer en provocaciones, bloquear a personas tóxicas si es necesario, pero, lo más importante, creo, es alejarnos un poco de las redes sociales que nos convierten en espectadores virtuales del mundo y convertirnos en actores en este mundo real que tanta atención y respuestas de nuestra parte requiere.

Jesushuerta3000@hotmail.com