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Huele a otoño


Me da gusto ver cómo junto con la llegada del otoño ha llegado a mí la fe que traía perdida. Como que se dieron las circunstancias; la inclinación del sol, el viento, la luz cálida de la tarde, la luz de la luna, pero sobre todo, las palabras de aliento y sabiduría que se pueden escuchar por diversos medios, y el escuchar de la voz del amigo que, es precisamente, en los momentos de desesperación y tristeza, cuando se hace presente el alivio esperado. No llegaría a nosotros esa calma, esa confianza si no fuera que estamos a oscuras y requerimos desesperadamente algo de dónde asirnos. Como diría Eric Clapton, no se puede tocar blues si no estás sufriendo.

Me da gusto ver cómo junto con la llegada del otoño ha llegado a mí la fe que traía perdida. Como que se dieron las circunstancias; la inclinación del sol, el viento, la luz cálida de la tarde, la luz de la luna, pero sobre todo, las palabras de aliento y sabiduría que se pueden escuchar por diversos medios, y el escuchar de la voz del amigo que, es precisamente, en los momentos de desesperación y tristeza, cuando se hace presente el alivio esperado. No llegaría a nosotros esa calma, esa confianza si no fuera que estamos a oscuras y requerimos desesperadamente algo de dónde asirnos. Como diría Eric Clapton, no se puede tocar blues si no estás sufriendo.


No importa que al salir al pórtico, después de meses sin poder hacerlo por el intenso calor y la pandemia, te encuentres con que ahora hay miles de mosquitos esperando su turno para repiquetear tu carne, aun cuando hayas comido ajos a puños, aun así, estos insectos tropicales estarán ahí para hacer de las suyas. No pasa que te obliguen a moverte como si estuvieras bailando un rock’n roll, o algo por el estilo. 

También, en estos días un poco más nostálgicos, producto, supongo, del mismo cambio del clima o del olor del fin de año que se acerca, en que me he dado cuenta que durante este tiempo he tenido muchas desilusiones, pero así, de la misma manera, me he dado cuenta que eso también es mi problema, pues si no quería desilusiones cómo es que me hice de ilusiones. Las cosas pasan como tienen que pasar. No es nada personal de la mano que mueve el mundo contra nadie de nosotros. Los golpes y los fracasos siempre estarán ahí, al menos hasta que sepamos cómo sacarles provecho y ver lo bueno de lo malo; mientras ahí estarán los momentos amargos de la vida, y serán tan amargos, de acuerdo a como los queramos ver.

Cuántas veces he deseado ser como esos escritores que se manejan temas de fondo a fondo, redactando interesantes temas y mostrando información amplia y que al parecer conocen a plenitud, pero no lo soy. He querido ser fuerte y no llorar, pero no he podido, he deseado dominar a mis demonios pero tantas veces me han derrotado que he perdido ya la cuenta, he querido ser simpático, y no, no me sale, he deseado ser como esos bufones o esos mercenarios de los medios de comunicación, pero me has de creer que no lo sé hacer, he soñado con tantas cosas, pero he recibido sólo las que debería de recibir, lo demás nunca llegó o se fue para siempre, lo que me gusta, así como el otoño, es que ahora estoy comenzando a comprender que las cosas son simplemente como son, quizá sin ninguna razón, ni siquiera para hacernos sufrir o para hacernos reír, simplemente suceden. Veo ahora, que así como han comenzado a caer las hojas de los árboles, así han comenzado a caer viejas creencias, miedos y dudas que por años he venido cargando de oquis. Ya no me importa seguir siendo nadie, ya no me importa si no me quieres, ya no me importa hacerme viejo, ya no me importa el saber que quizá tenga siempre que sudar por cada peso ganado, como hasta ahora, nada de eso ya importa, ahora lo que me atañe es saber que a pesar de todo eso tengo una vida que parece estar despertando a la realidad de un nuevo día que va más allá del tiempo, y con eso, como diría el poeta, con eso, tengo bastante.

“No estás deprimido, estás distraído” Vox Populi

Jesushuerta3000@hotmail.com